miércoles, 21 de febrero de 2018

UNA HISTORIA Y UN DOLOR



Si tuviéramos que escribir la verdadera historia de este Diario, nos encontraríamos con algunas expresiones o notas de terceras personas, quienes usufructuando nuestro convencimiento de que este debe ser un diario de todos para todos los partidos políticos para todas las religiones, para todas las tendencias deportivas y primordialmente al servicio de la verdad. Como es  la segunda palabra de nuestro lema: progreso, verdad, justicia.
Súbitamente esta semana comprobamos que en un artículo de los tantos publicados por un colaborador de muchos años se enlodaba injustamente las iníciales de uno de los principales si no el principal periodista de nuestro diario. Pero no fue por algo que él publicara en su Estrella querida sino por un agravio gratuito de un colaborador que desde hoy y quizás por primera vez en la historia de Estrella de la  Mañana encontrará las puertas cerradas como prometimos en 1957, nadie en la historia que comenzaba ese dia la iba a encontrar en ese estado. No fue sólo este caso donde en nuestras propias páginas se ofende sin fundamentos ni prueba alguna a uno de nuestros mejores periodistas e historiador.
Cuando pasábamos por un bar cuatro años atrás y encontrábamos gente que mirándonos movía los labios sin saludarnos hablando con su compañero de mesa nos dábamos cuenta que no éramos gente simpáticos para esas personas, porque es obvio que sin ser el autor de la nota el solo hecho de ser director de un diario lo involucra en errores falsas acusaciones o simplemente el haber aceptado alguna colaboración disidente con las buenas costumbres que nosotros siempre quisimos respetar.
Hoy pedimos disculpas públicamente que nuestro personal de redacción dejara pasar un exabrupto y una falsedad, y que tenga que ser justamente el dañado quien menos lo mereciera. Un periodista que hizo un sacerdocio de su vocación y que siempre nos honro con todo lo que escribió en 50 años en las páginas del diario del pueblo.
Decía nuestro viejo y querido amigo y consejero el ya anciano profesor Horacio Fernández Méndez, que nuestra estatura moral, técnica  y nuestra sabiduría tenía que prevalecer siempre según la categoría del agravio recibido: “que a usted no lo ofenda quien quiera sino quien pueda”.
Que E.N. sepa aceptar nuestras disculpas por la distracción de nuestra redacción ante la falta de posibilidades de leer, de quien hoy a pesar de eso sigue dirigiendo a esa Estrella que es la única que se sigue viendo cuando sale el sol en esta zona.
Unimos también nuestras disculpas por las falsedades infames del mismo autor de la nota de la que estamos hablando contra A.D.E.O. Y ratificamos la primera y única expulsión de un periodista que supo utilizar las páginas de Estrella sin respetar ni su lema, ni su decencia, ni el enorme respeto que Estrella tiene por las instituciones y sus periodistas.
EL DIRECTOR.