miércoles, 16 de mayo de 2018

MACRI 2018




¿Cuántas veces en este pequeño humilde y servicial  Diario del interior del país, dijimos que un rico no puede gobernar a un pueblo pobre?
Cristina de Kirchner se dejó llevar por su vanidad personal y no le dijo al pueblo argentino, antes de las últimas elecciones presidenciales lo que opinaba de Perón y de Evita. Ella prefirió seguir trabajando para que el apellido Kirchner reemplazara al de Perón en el corazón de los trabajadores argentinos, sin darse cuenta cuántas cosas  aprendió de Perón y las aplicó Néstor y ella en sus mandatos presidenciales. El peronismo no es Perón y Evita, que está muertos, sino una tendencia política para que los ricos sean un poco menos ricos, y los pobres sean menos pobres.
Cuantas veces leyó Ud. En este diario humilde y servicial, pero con muchos años de experiencia, que es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja, a que un rico entre al Reino de los Cielos. Antes que algunos lectores fanáticos, porque todavía hay fanáticos de Macri, digan algo contra esta Editorial, les informamos que no somos nosotros los que inventamos este dicho, sino que está escrito hace 2.000 años nada menos que en la Biblia Católica Apostólica Romana.
Cuando Macri, antes de las elecciones dijo, que se puede, se puede bajar la inflación, aumentar las jubilaciones, agrandar el mercado industrial, incrementar las exportaciones de tantas cosas que se fabrican o cultivan en el país, y otras promesas más, que no entendemos cómo los argentinos, dueños de gran habilidad y capacidad para todo, no sólo para los deportes, se tragaron el anzuelo por culpa de Cristina y su inexplicable tendencia antiperonista, cuando en el fondo de sus principios están claritos los discursos y obras de la Era en que Perón cambió la oligarquía que reinaba en el país, y convirtió la Argentina en un país lleno de genios, artistas y deportistas de fama mundial.
                                                                                                                                EL DIRECTOR