sábado, 9 de septiembre de 2017

LA ALEGRÍA Y LA FORMACIÓN QUE ME DIO LA POBREZA


Sé que a muchos les sorprenderá que alguien diga lo que dice el título de esta nota porque la áspera realidad de la vida dice que el ser pobre es algo muy malo, que habitualmente nos priva de alimentos, nos hace sufrir fríos, educación, viajes, buena ropa y amistades importantes.
En otros casos como en el mío el poder haber superado no sin muchos esfuerzos y teniendo unos santos padres que lo dieron todo por mí las cosas suelen pasar de aquellos fríos, de aquellas falencias de la pobreza a una realidad totalmente diferente. Y no decimos  pasar a ser ricos sino simplemente tener lo esencial para comer, para no pasar frío y para vestirse. Pero primordialmente poder trabajar en lo que a uno le gusta.
Las alegrías de los pobres son formativas de grandes personalidades que no acumularan riqueza sino grandezas como los Favaloro, los Fangio y tantos más grandes hombres que sin llegar a ser ricos fueron felices en su momento por lo que hicieron por los demás.
Ser pobre significa saber lo que es la solidaridad, la verdadera amistad, la coparticipación en la busca de grandes soluciones para los grandes problemas.
Por ejemplo: cuando yo tenía 11 años ya mi padre nos había paseado por Sánchez, Ramón Cárcano, Marcos Juárez y Venado Tuerto donde el ferrocarril Ingles donde trabajaba mi papá le daba casa a los que aceptaban las vacantes que surgían en el trabajo del ferrocarril y que agregaban al sueldo miserable que tenían en aquel entonces esos empleados la posibilidad de una vivienda sin cargo porque mi padre no estaba en condiciones de pagar un alquiler en Cañada de Gómez para una familia con dos hijos. A menudo he contado anécdotas que se niegan a borrarse de mi memoria como la de mi mamá ordeñando una vaca prestada por el señor Ramón Cárcano mi padre un autodidacta literario y músico del que siempre estuve orgulloso y al volver a Cañada compartíamos la casa de mi abuela con los cuatro hermanos de mi madre en la calle Ocampo 1356. Cuando mi padre consiguió un segundo trabajo, de ayudante en el estudio jurídico de Ángel Federico Robledo en calle España 175, para agregarle a su sueldo de ferroviario pudo alquilar una casa en calle Boulevard Centenario 786, pero yo seguí siendo el único alumno de 4to grado que no llevaba zapatos sino alpargatas y no tenía una bicicleta. Yo sabía que mi padre no estaba en condiciones de comprarme una bicicleta, de pagar un alquiler, de comprar ropa para toda la familia y por supuesto los alimentos. Pero no me animaba a pedirle que me comprara una bicicleta aunque sea usada. Sin embargo la imaginación ya afloraba en mi cabeza a los 11 años, o sea 70 años atrás. Conseguí dos pinzas de pantalones para evitar que los dientes del piñón mordiera los pantalones con la cadena. Era ridículo verme caminando con dos pinzas de bicicleta en los pantalones pero sin bicicleta. Un año después mi padre consiguió que José Garino  un almacén ubicado donde hoy vive Quique Albertengo le diera 24 cuotas a mi padre para que me comprara una bicicleta Rally Importada y me la regalara al cumplir 12 años. Solo un pobre puede entender que tipo de sentimiento y cuanta alegría me dio ese regalo de mi padre a quien recuerdo casi 50 años después de su muerte con tanto amor y respeto.
¿Qué saben los ricos de alegrías como estas?
Ser pobre enseña mucho más que nacer rico. Aprendes a querer mejor a los que tienen poco pero sienten mucho, porque son más solidarios y mas compañeros en el dolor que han sufrido juntos en la vida.
Pasaron los años y seguí siendo pobre y sigo siéndolo en algún rincón de mi corazón. Pero no un pobre desagradecido, sino un pobre agradecido a la vida que me hizo conseguir lo poco que tengo y educar a mis tres brillantes hijos que a su vez hicieron lo propio con mis 9 brillantes nietos.
Por todo esto cada vez que entro a la casa de un pobre me siento más honrado que entrar a la casa de un rico, cada vez que un pobre me abraza siento algo en el corazón que no puedo explicar. Y doy gracias a Dios que me permite comunicar estas emociones que a mucha gente seguramente les hace pensar más allá de todas las cosas cotidianas.
 Conozco ricos buena gente, pero siempre digo que el que no fue pobre alguna vez se va  recibir de cualquier cosa y va a tener éxito y quizás fortuna pero va a envejecer debiendo algunas materias que no rindió en marzo.

José Antonio Ramacciotti (Atila Jartti)