sábado, 20 de febrero de 2021

AY MOMO, COMO TE EXTRAÑO.

 

Ya te fuiste, y aunque mucho te quisimos revivir, la muerte no es solo para los humanos, sino que también en casos, como el tuyo, llega a tocar y a destruir al dios de la alegría.

Muchos dicen que el carnaval era una tontería, porque en realidad no vivieron en verdad un verdadero carnaval. Les vamos a contar como era:

Las orquestas, los músicos, las bandas se preparaban varios meses antes del carnaval para acompañar las murgas, las comparsas y para llenar el aire de notas sonoras y alegres. Para que la gente se olvidara de esa vida cotidiana rutinaria, aburrida a veces, y sin todas esas cosas que te regalaba el carnaval en una semana entera. El estudio de que te ibas a disfrazar para embromar a las chicas o chicos del barrio, y con voz finita lo nombraban y le hacían bromas serias a veces sobre su vida privada fuera del carnaval lo que no pocas veces divertía o enojaba al que recibía la broma; las vecinas gordas en esos días del carnaval salían a la vereda con un balde de agua y bañaba a algún vecino que se quería desquitar y le triaba un globo de agua desde la vereda de en frente. El carnaval se festejaba de mañana, de tarde, y de noche la gente que salía a trabajar ese día de carnaval habitualmente llegaba hecho sopa al lugar de trabajo, enojado o divertido según el temperamento de cada uno.

Una bomba le decía a todo el pueblo que habia empezado el corso; salían las murgas, las comparsas, los disfrazados, y toda la gente quería vivir la noche de carnaval a vivir esa noche con toda la alegría que pudiera, disfrazado, o espectador simplemente por ahí se sentía la voz de alguna vieja enojada, mojada por algún chico o joven irreverente con sus canas. Las chicas más lindas eran el objetivo de la mayoría de los muchachos, que los llenaban de espuma, de papel picado y de agua dentro del corso. En Cañada de Gómez, Lavalle era de dos manos, y los autos entraban al corso con la gente arriba de los autos jugando al carnaval con los conocidos que iban paseando a pie al lado del auto o respondiendo alguna bombucha o alguna buena rociada de espuma de carnaval. Las murgas y comparsas salían mas tarde, cuando ya todo el mundo estaba en el corso y todo era alegría en las calles, en las veredas, por ahí aparecía una carroza cómica con un cajón de muerto, y un muerto que se levantaba todo pintado de blanco con cara de cadáver y hacia reír o asustar a la gente. En otra carroza, venían los médicos, ponían a un gordo en una camilla y le sacaban 10 o 20 chorizos de la panza como si lo estuvieran operando, por ahí salía un plato volador con un marciano que se asomaba. Todo era alegría hasta que la bomba decía “basta” y todos nos quedábamos esperando la noche de mañana para que siguiera la fiesta.

Al día siguiente las discusiones

- Eras vos, anoche yo te reconocí, decía una chica.

- Mentira, si yo no fui al corso anoche, respondió el otro.

Y así la gente se iba desparramando y volviendo a sus casas con el pecho alegre y la sonrisa fresca esperando la noche siguiente de carnaval y la alegría.

Cosas que hoy ya no están, que han muerto con Momo y que los más viejos extrañamos en algún rincón de nuestro corazón.

Ya nada será igual, era la vida, la alegría, y hoy es la tristeza y el aburrimiento.

Casi como la vida misma.

                       EL DIRECTOR.