Nadie es profeta en su tierra. «Cacho Dinamita» recién fue
considerada aquí, cuando apareció como tira «star» en «La Razón» de
Buenos Aires. Pero el verdadero espaldarazo se lo habría de dar un
grande de verdad: Tito Lecture, en mayo de 1993.
Hay gente que nace para determinada actividad. Yo, por ejemplo, nací
dibujante y pintor aunque siempre quise ser músico. Ya a los 10 años
ya había inventado una revista que se llamaba «La Peste» donde hacía
diversos personajes como por ejemplo, «La Sombra Blanca», «El
Vampiro», y un boxeador «Martín» que nacía a imagen y semejanza
de una vieja tira de historieta de boxeo de Patoruzito de la década del
40, que se llamaba «Tucho, de canillita a campeón».
Pasaron los años. Hice dibujos y pinté cuadros y con el tiempo, me di
cuenta de que podía hacer caricaturas, aprendí a hacerlas mirando a un
italiano en Mar del Plata, «Ara», que me hizo una caricatura a mí. Y
así llegué a «La Nota de Iriondo» con Saturnino en 1954 porque era
hijo del director, solo por eso.
Y a «Estrella» en 1957.
El 8 de setiembre de 1980 aparece y para ganarme una apuesta, la tira,
historieta y cómic «Cacho Dinamita». Y desde entonces no paró. El
asunto es que nunca le di tiempo a Cacho Dinamita porque tiempo fue
lo que siempre me faltó. Por eso en determinados momentos tuve que
ayudarme con algún dibujante ayudante que me ayudó a hacer la tira.
Aquí la gente la leía y la seguía. La incorporación de personas reales
del pueblo y de lugares de Cañada, ayudaron al interés de leer y seguir
la tira.
Pero recién cuando por suerte aparece «Cacho» en «La Razón» de
Buenos Aires, se la empieza a valorar como algo importante y
relevante aquí. Bueno, así al menos lo sentí yo.
Ya se había publicado a través del King Feactures en el diario «Ecos
del Norte» de Salta de 1990 a 1991. Aunque ya antes, en 1986, había
sido aprobada por el Dr. Claudio Escribano, director del Diario La
Nación, para editarse y publicarse en ese gran diario. De esto puede
dar fe el contador Miguel Caggiano. Habíamos arreglado hasta el
precio, 1500 dólares mensuales.
Luego una vieja secretaria de Bartolomé Mitre la desestimó por el
«léxico impropio» de la tira para un diario tan serio como La Nación.
Con Miguel Caggiano lo festejamos por anticipado en el “Rey del
Cerdo” en la Avenida 9 de julio, pero al otro día se me vino el mundo
abajo.
Cuando reaparece La Razón en Buenos Aires, se me ocurrió que le
faltaba una tira de aventuras a aquel diario y les envié en un sobre
marrón sin membrete 100 tiras de la historieta. ¡Y prendió de
inmediato!
Carlos Spadone y Oscar Magdalena (Los directores y dueños de La
Razón junto con Tito Lecture) era un amante del boxeo. A los 2 días
estaban llamándome. Y ahí si tuve suerte.
El 2 de enero de 1993 la tira aparece en colores en La Razón, en el
mismo sitio donde por tantos años apareciera «Lindor Covas, el
cimarrón» un clásico nacional e internacional del comic. ¡Vaya honor!
Me mezclé en un gran diario y escribí también allí. Y tuve mucha
consideración por parte de Carlos Spadone y Oscar Magdalena,
presidentes y directores de La Razón, quienes impusieron mi tira,
contra la idea de otros miembros e integrantes del diario que querían
poner como «star» a dibujantes amigos.
Las cosas iban bien en mayo de 1993 y un día, una llamada desde
Buenos Aires sobresalta a la redacción de «Estrella».
Sandra Ludueña, secretaria y asistente en ese entonces cree que es una
broma de los empleados del taller cuando levanta el teléfono y
escucha: «Habla Tito Lecture, ¿está el Sr. Ramacciotti?».Lecture,
según nos dijo después cuando lo visitamos con Juan Frey, que había
preguntado mi teléfono a Spadone, con quien era socio, por que «le
había llamado la atención la tira», que justamente era de boxeo, la
pasión de Tito, y tenía aditivos que le llamaban la atención por lo
creíbles. Claro, yo había hecho 88 festivales, espectáculos y peleas de
boxeo. Y toda mi experiencia, sabiduría y conocimiento del deporte se
trasladó a la tira.
Le regalé a Lecture un cuaderno con 200 tiras que me agradeció. Y en
julio de 1993 Tito me regaló dos entradas para ver a Liza Minelli, pero
de esto último si hay gente que no me cree y desafortunadamente no
tengo testigos: ¡Tito jamás le regaló una entrada a nadie!... - Me
dijeron…
Bueno, pasó el tiempo y luego de todo esto, nos habremos visto
apenas tres veces más. Y hablamos por teléfono otras tantas. Pero en
abril del 2000 tuve una gran idea: ¡No le regalé ningún libro mío a
Tito!... ¿Y si por medio de él puedo publicarlo a nivel nacional?
En realidad mi libro, «Derechos Inhumanos» me ha dado grandes
satisfacciones y una hermosa crítica generalizada.
Entonces le escribo una carta al gran Tito y en esa carta le pido, lo
siguiente:
«Si ves que tiene algún valor y podes conseguir a alguien que lo edite
y lo publique a nivel nacional llámame. Dividiremos los derechos.»
Demoró un par de meses. Pero el 2 de agosto del 2000 recibo una
carta de Lecture pidiéndome que lo visite. Lo hablé y me dijo que
había conseguido alguien interesado en editar y publicar «Derechos
Inhumanos» a nivel nacional. Fui una vez y no estaba. Demoré y
demoré. Y súbitamente Tito Lecture muere produciendo un gran duelo
y luto nacional. Porque en verdad fue uno de los más grandes
empresarios argentinos.
Y yo me quedé con la tristeza de perder un gran amigo. Y con una
carta encuadrada en la pared de mi despacho donde Tito me llamaba
para que pudiera editar y publicar mi libro a nivel nacional...
¿Llamará la suerte a mi puerta otra vez, con semejante oferta?
(ESTO FUE PUBLICADO HACE 20 AÑOS EN DIARIO
ESTRELLA DE LA MAÑANA).