miércoles, 8 de febrero de 2017

Hace 40 años asesinaban a Fanny Giordano.

POR: Pablo Di Tomaso

La dictadura genocida que comenzó en marzo del 76 dejó en Cañada de Gómez muchas secuelas que, por esas cosas de los cañadenses, parecen quedar en el olvido o en los archivos de los años de plomo. Archivos que difícilmente son de encontrar, ya que quién estaba encargado de guardarlos prefirió dedicarse a otros temas de la historia local. Pero en estos últimos años, gracias al esfuerzo del Profesor Uriel Ludueña y la joven Cecilia Chiappino, se pudo rescatar muchos material y testimonios de lo ocurrido aquella madrugada del 8 de febrero de 1977. Hoy el recuerdo perdura por testigos que quieren mantener latente esos duros años que a muchos de ellos les tocó sufrir.

Se sospecha de muchos entregadores, de intelectuales disfrazados de progresistas que entregaron sin piedad a muchos cañadenses que fueron perseguidos, detenidos o exiliados. Podemos recordar el atentado a la vivienda de Roberto Garín y tres desaparecidos más, los recordados “Trucha” Giordano, Daniel Bertone y Víctor Hugo Paciaroni. A pesar que el año pasado desde el Museo Histórico Municipal se presentó la documental Historia de la Dictadura Cívico-militar en Cañada de Gómez, uno de los pocos archivos existentes en el Museo, era un recorte de un informe redactado por Mario Chiappino para el recordado periódico “Sur” en marzo de 1987, titulado “Se cumplen diez años del asesinato de la docente Fanny Giordano” donde expresaba que

«El país era un infierno y poco importaba que en esta ciudad no existiesen grupos vinculados ni organizativa ni operacionalmente a la guerrilla. Las Fuerzas Armadas estaban en “guerra” y cada lugar era un potencial campo de batalla contra la subversión.

Un vallado impedía el tránsito frente a la Jefatura de policía, camiones con soldados recorrían la ciudad (…) Recién al llegar octubre de ese oscuro 1976 comenzaron los allanamientos y los arrestos (…) todos eran “sospechosos” por sus ideas “izquierdistas”.

En la mayoría de los casos los arrestos fueron en averiguación de antecedentes y duraron poco tiempo. En otros –como el caso del doctor Garín- la averiguación de antecedentes llevó casi 45 días.»

A Fanny le quitaron en 1976 los cargos de directora interventora de la Escuela de Villa Eloísa y de Supervisora de Bachilleratos para adultos. Admiraba el pensamiento socialista latinoamericano, al chileno Salvador Allende y sus reformas educativas. La cañadense fue secuestrada en la madrugada del 8 de febrero de 1977 por un grupo parapolicial y fue asesinada brutalmente en cercanías del cementerio de Armstrong. Según en el trabajo antes citado, «su hermana llegó a la casa, le llamaron la atención el desorden y algunas pisadas de barro en el hall del frente. Preguntó a unos vecinos que dijeron no saber nada, avisó a unos parientes y la buscó en algunos lugares conocidos. Sobre el mediodía volvió a la casa y comprobó que sólo habían quedado los muebles, una vieja máquina de escribir y varios libros destrozados… Volvió a la casa de los parientes y antes de entrar llegó un policía que le dio un rollo  que estaba en la cámara fotográfica robada en el operativo y dijo que su hermana había tenido un accidente en Armstrong... Pensó en las amenazas, en los dólares que había comprado después de vender el auto, en el viaje a Buenos Aires para ver si se podía ir con un trabajo a España o Perú. Un accidente es imposible, le dijo al policía, porque el auto lo vendió…»

Al velorio de Fanny fueron muy pocas personas, el temor pudo más que el dolor. Desde 1977 hasta la fecha mucho se dijo que ese asesinato, que ella le abrió la puerta a un conocido, que fue un señor que no hoy vive más en Cañada, que un compañero de trabajo quién la entregó, que una amiga también pudo ser, pero la verdad que nadie está condenado por este brutal crimen. Ni siquiera los responsables políticos de entonces y quizás al lado suyo en un café puede estar el asesino. Tampoco se entiende la barbarie con la actúan desconocidos cuando después de cada homenaje realizado en su tumba al otro día van y destrozan las flores, o romper en reiteradas veces la cruz que indica el lugar donde fue encontrada sin vida. Actitudes que indican que el odio de esos criminales sigue vivo y son un peligro para nuestro futuro. A 40 años del asesinato de Fanny, pedimos justicia para que pueda descansar en paz…