Antenoche
por televisión un grupo importante de gente importante, perdón la redundancia,
repetía casi como con un papel carbónico las palabras que la gente ya leyó un
montón de veces en este modesto diarito
de Cañada de Gómez. Se lo vamos a repetir porque es importante que la gente no
crea que las verdades que pueda decir un diario pequeño del interior no
merezcan ser analizadas, porque son más puras esas opiniones a las tirantes y
comprometidas versiones del periodismo dependiente de los grandes capitales.
Nosotros
siempre dijimos que hay dos policías la buena policía y la mala policía. Así
como también el buen periodismo y el periodismo sobornado.
Cuando
leemos que en Buenos Aires se hacen esas fiestas electrónicas que todo el mundo
sabe que es donde más circula la droga
más pesada y mas amparada por las autoridades. Usted no pensó como pensamos
nosotros a donde van las toneladas de cocaína, marihuana, jachis y todos esos
venenos que se venden a manos llenas y los jóvenes los compran como si fueran
caramelos que se recuperan en los allanamientos, en los vehículos que los
transportan y la policía buena los descubre y en muchos otros lugares que todo
el mundo sabe que se vende droga
mientras la policía da zona liberada o mira para otro lado. Estamos hablando de
Buenos Aires y el Gran Buenos Aires que es donde se inventan todos los pecados
que cometen hoy los seres humanos.
Zafaroni
dijo por televisión algo que nos sorprendió en boca de un juez anteanoche en un
programa muy serio, polémico y con mucha gente importante: “los policías están cansados de detener a un ladrón ya sea de una
cartera o de un celular, a veces jugándose la vida, y un fiscal lo suelta en
pocas horas”. Nosotros pensamos lo que debe sentir un servidor de la ley
como un buen policía cuando un fiscal suelta a un preso agarrado con las manos
en la maza, robando, golpeando, haciendo cualquier calamidad lo que demuestra
que esos seres no tienen otro lugar para vivir que entre rejas.
El
Congreso de la Nación tiene mucho que ver. No hay un proyecto de una gran
cárcel con dos o tres fabrica donde los presos puedan pasar el rato de sus
detenciones fabricando bancos para una escuela, mesas, sillas, artefactos
eléctricos, cien cosas más. El preso lo
que odia es la inactividad de la prisión.
Nadie
que no haya estado preso nos va a entender. Pero un preso cuando lo dejan salir
de su celda para que barra un patio de 60mts por 10mts, recoja la basura y
sirva por las ventanillas de las demás celdas las comida a sus compañeros de
prisión siente una alegría especial dentro de su condición de preso, muy
parecida a la que podría recibir si el jefe del penal lo llama y le dice “con
todo” el famoso dicho que todos los presos esperan a veces años pero en
Argentina a veces solo horas.
El
ser humano que en lugar de robar, pegar, matar en lo que ellos ven una buena
acción porque lo hacen para alimentar a su familia pobre (eso creen ellos
aclaremos) y seguirán robando porque sus familia necesita comer y ellos no
están en este momento en condiciones de pedir trabajo en ningún lado por los
frondosos prontuarios que tienen y las fabricas o comercios generalmente tienen
muy en cuenta antes de tomar un empleado nuevo.
La
habilidad que tienen algunos presos para hacer esculturas, para trabajar con
maderas, o con yeso. Son geniales pero nadie piensa en ellos como seres
humanos, lo ven como un peligro en la sociedad, irrecuperable y peligroso.
Hay
tantas secretarías que bien podría Macri crear una que le pregunte a los
fiscales porque sueltan tan rápido a los delincuentes, porque dejan sueltos a
quienes se han demostrado que han robado al país, y hasta a muchos que le han
desfigurando la cara a su esposa a trompadas o cosas así.
Este
diario dice que el grano de pus de esta hermosa Argentina está en la justicia.
Nuestra pregunta sigue
siendo la misma ¿Dónde se destruyen las drogas que se incautan? Antes solíamos
ver en la televisión cuando las autoridades las quemaban en público hoy nadie
explica donde va tanta porquería que mata y destruye el futuro del país.
EL DIRECTOR.