sábado, 15 de abril de 2017

70 AÑOS DE POLÍTICAS EQUIVOCADAS Fernando U. Pandolfi.

EL POPULISMO ARRAIGADO EN LOS GOBIERNOS II
(Nota10) 


En los gobiernos populistas el déficit de las cuentas públicas es permanente sin que a nadie le importe. La emisión monetaria es la forma más desaprensiva de compensar los desequilibrios económicos. También se echa mano al crédito exterior así se llegue al default. Los miembros del Estado populista hablan con desprecio de las democracias constitucionales y se mofan de los partidarios de las instituciones republicanas. No pueden admitir la estructura de la legalidad de un gobierno. Quieren robar sin respetar la ley y niegan la existencia de los ciudadanos patriotas. El populismo tiene un entramado vertical, la dinámica de su funcionamiento la impone el líder. En su seno no hay opinión ni discusión, solo hay obediencia pero lo más grave es que existen personas lúcidas sometidas que han perdido la noción de la realidad. La materia gris de la mente y el razonamiento, están alterados por la seducción del relato y la mentira organizada. Tenemos que preguntamos ¿Por qué el animal político participa de una agrupación vertical y autoritaria? ¿Por qué el entorno partidario del líder integra un programa ilícito? Debemos saber, ¿en que momento el populismo favorece al pueblo y cuando lo perjudica con la instrumentación de la propaganda? Los políticos «indecentes» surgen y se declaran con vocación de conductores, son universitarios y se les ocurre dirigir la comunidad. Es que hay una población trabajadora y otra de políticos líderes movimientistas, instruidos como burócratas de Estado, que nadie los llamó pero sobresalen y actúan en un país que los toleran porque se afirma. «Yo de política no entiendo nada». «Cuando vuelvo de trabajar me gusta ver televisión». Si nadie controla todos roban. Así es el mecanismo de los inmorales que actúan escondidos y en la confianza de la población. Es importante la máxima de decir «el pueblo unido jamás será vencido». Pero la vocación de unidad es dificil, nos separa la ambición y el egoísmo. Los prejuicios de los extremistas que creen en la verdad absoluta de sus doctrinas.