Infidencias o confesiones del director.
En la revista del día del
amigo, hay nombres que pese a no estar impresos no faltaron en mis
sentimientos. Es mas cada anuario y cada numero aniversario dejo de nombrar a
mis allegados familiares, mis hijos, mi anegada mujer que hace 24 años me
acompaña encontrándome yo al borde del suicidio, porque la soledad para mi es
el peor castigo.
En la revistita del jueves
que gracias a Dios tuvo buena repercusión, quise hacer prácticamente con ayuda
de Eduardo Navarro y el personal técnicamente, me permitieron demostrar que a
los casi 82 años sigo viviendo.
Pude haber terminado en
1993 bajo las ruedas de un subte en Buenos Aires donde iba cada 15 días a
llevar las tiras de Cacho Dinamita en color al Diario la Razón. Pero cuando la
soledad parecía que me iba a pegar un empujón en los tradicionales subtes de
Buenos Aires, apareció en mi vida Liliana Costa y me hizo recuperar las ganas
de vivir.
La recuerdo con un manojo
de diarios Estrella debajo del brazo tocando timbre en el barrio Jardín, para
hacer nuevos subscriptores porque el diario no andaba bien, luego Liliana
empuño la filmadora y paso a ahorrarme también al camarógrafo del Globo el
programa que por televisión también me ayudaba a desestimar la tendencia a irme
de este mundo del que ya parecía nada importarme.
¿Podía yo mezclar el nombre
de Liliana y mis hijos que anda tiene que ver con mis amigos en la revistita
del jueves? No. Ellos son la razón que me permitieron llegar a hoy con ganas de
vivir y trabajar. Pero ellos no son mis amigos. Son la razón de mi vida y lo
seguirán siendo hasta que Dios se canse de mis locuras.