Por muchos años la humanidad
consideró a el cáncer como una enfermedad terminal imposible de curar y en
prioridad sea así hasta que la ciencia no hace mucho empezó a descubrir drogas
y tratamientos y no nos extraña que una de cada 20 personas que caminan en la
calle ya hayan tenido que superar algún problema de ese tipo.
Pero este tema nunca se trató
como lo vamos a hacer hoy nosotros, que inspiramos en la gente mucha más
confianza que los laboratorios oncológicos, estafan al mundo que sufre esa
difícil y desgraciada enfermedad.
Vamos a empezar a contarles
algo que ocurrió en 1990 en San Marcos Sierra en Córdoba, un amigo de la
infancia de quien escribe el Dr. Omar Dichiachio instalado en Oliva desde joven
nos llevó a conocer todo el norte argentino y vivir la fiesta más maravillosa
que pueden ver los argentinos desde hace tantos años: la fiesta de la vendimia.
Pero el tema no es ese. En viaje hacia el norte paramos en San Marcos Sierra
una pequeña localidad cordobesa vegetariana. Los hoteles y los restaurantes no
sirven carne y fabrican deliciosos platos exclusivamente con vegetales. Como el
viaje hacia Oncativo pasando por Rio Segundo compramos un salame de la colonia,
famosos en todo el país y quisimos que el mozo nos lo cortara para comerlo, nos
lo tiró arriba de la mesa ofendido. Este último detalle es anecdótico y no
tiene nada que ver con el tema central.
En ese viaje nos enteramos
que en San Marcos Sierra tenía un chalet de fin de semana un medico de Buenos
Aires desde hace muchos años donde venía a pasar los veranos con su familia. El
médico afamado, había sufrido un cáncer con metástasis en Buenos Aires donde
ejercía su profesión y su fallecimiento se preveía, no podía demorar más de 30
días. Quiso vivirlos solo en San Marcos Sierra ante lo irremediable junto a su
viejo jardinero que le cuidaba la casa en Córdoba. Al llegar a morir a su viejo
y querido chalet de San Marcos Sierra ya estaba muy delgado totalmente
desmejorado y le contó su situación al viejo jardinero.
El jardinero le pidió
permiso al doctor para que tratara de salvarlo del cáncer que lo estaba por matar a días vista. El
médico al principio lo tomó como una broma que poca gracia tenía que hacerle a él
pero ante la insistencia del viejito aceptó el remedio casero. El viejo
jardinero tenía una gran planta de aloe vera, le cortaba una hoja larga como de
25cm. con un cuchillo, le eliminaba las espinas a esa hoja de esa planta y
hacia cubitos con el resto de la pulposa y muy amarga planta. El viejo tenía
que comer eso horrible varias veces por día y seguramente se habrá ayudado con algo
de azúcar porque el gusto es horrible, pasaron los días, las semanas, los meses
y en vez de la muerte el viejo medico que había ido a morir a su viejo chalet
cordobés se empezó a sentir bien, empezó a engordar y a los 6 meses ante su
permanencia entre los seres vivos viajó a Buenos Aires donde no le encontraron
en sus estudios ni rastros del cáncer que lo había llevado al borde de la
muerte. En agradecimiento el viejo medico al fondo de su chalet le construyó a
sus hijos otras pequeñas viviendas casi como un agradecimiento a San Marcos
Sierra donde él quería morir pero no pudo.
Nos quedó esa idea desde
hace tantos años (27) y en determinado momento sufrimos erisipela que a menudo
viene por alguna picadura de abeja u otro bicho y crea ese malestar en las
pantorrillas. No es una enfermedad grave pero sí molesta y descubrimos que
cortando la pulpa del aloe vera y pasándola por la zona afectada por la picazón
la calma era inmediata.
Muchas veces comentamos este
hecho hasta que hace unos días atrás nuestro gerente comercial por curiosidad
se metió en internet (cosa que usted también si quiere puede hacer) y allí
figura que el cáncer se cura con este nuevo y casero producto: una carnosa hoja
de aloe vera, se le sacan las espinas, se la corta en pedacito, se le pone una
buena porción de miel y se lo pone en una licuadora, se produce una especia de
pasta blancuzca a la que luego se le agregan 3 cucharadas de tequila o whisky ,
para que el alcohol produzca una vaso dilatación de las arterias y reciban
mejor el producto que ingiere el enfermo.
Mientras los laboratorios
oncológicos hacen que familias enteras quiebren, salgan desesperadas a sacar
créditos para los precios leoninos de las drogas contra el cáncer, internet le
está dando una opción que no le costara mucho probar y usted no tendrá que
vender ni una silla de su comedor para comprar los elementos que se necesita,
aloe vera, miel y whisky y si Dios quiere, pueda superar esta cruel dolencia
que arruina tantas familias y hace sufrir a millones de seres humanos en el
mundo.
No nos crea si no quiere
pero cuando uno llega a cierta situación como la que mencionamos del médico
porteño en San Marcos Sierra, probar puede significar la vida en vez de la
muerte costosa.
El Director.