Queridos lectores:
A menudo
utilizo los espacios de Estrella para hablar con mis amigos deduciendo que no a
todos les puede gustar este Diario. Especialmente desde hace cuatro años porque
desde ese entonces tiene que soportar ser dirigido por un “analfabeto”. Alguien
que solo ve imágenes pero no definidas, imposibilitado de escribir, de
leer y de dibujar. Menos aun de organizar cosas importantes como bailes,
festivales de boxeo, programas de televisión y menos aun hacer caricaturas, que
es un don especial que da Dios a algunos de sus hijos.
La maculopatia que me aqueja desde
hace cuatro años y medio, no le ha impedido a Estrella seguir saliendo; y
justamente de eso quiero hablarles hoy.
Mis ojos ya no pueden dibujar una
caricatura, ni leer siquiera mi Cacho Dinamita, que por haber sido
dibujado hace casi cuarenta años , lo
imaginé, lo dibujé y hoy no me acuerdo, honestamente de cómo fui armándole los
líos que yo mismo le armaba al pobre Cacho.
Nadie podría creerme que amo a Cacho
Dinamita y a Saturnino como si fueran dos hijos más. Pero Estrella
prácticamente podía decir que es la razón de mi vida, junto a tres grandes
hijos, una gran mujer, a ocho maravillosos nietos y a un grupo de colaboradores
a los que no me alcanzan los adjetivos para elogiar que me permiten seguir
haciendo la Estrella única que se sigue viendo cuando sale el sol. Y que le
cuenta a la gente que pasó, qué diez noticias movieron al mundo, qué editorial
tiene en la cabeza Estrella, quien murió, quien jugó, quien ganó y la historia
que acercan los mejores escritores y historiadores que tenemos en la región, Di
Tomaso, Alvarez, Navarro.
Claro que no me di por vencido esta
vez. Pronto voy a afrontar la cuarta operación en mis ojos, faltan días
solamente. Y es que tanto me ha ayudado Dios en la vida para tener lo que tengo
que menos dinero es todo lo que realmente la vida le puede dar a un ser humano
de buen corazón , y que está mas allá del dinero, de los odios, de las ofensas
y todas las cosas que, he aprendido a superar. Aquel viejo profesor de historia
me enseñó:
-“Que no lo ofenda quien quiera sino
quien pueda.”
Y hay que ver cómo me ayudó en mi
vida eso y me sigue ayudando hoy cuando me falla el corrector y se escapan
acentos, errores, comas en mis escritos por falta de un corrector, cosa que
creo que vamos a superar en estos días.
Usted no se imagina amigo lector o no
amigo que difícil que es ser ciego o casi ciego, un dibujante, periodista,
caricaturista, escritor con seguridad hubiera preferido perder las piernas que
la nitidez de su vista.
Siempre hablo en estas cartas a mis
amigos, hoy les pido disculpas a ellos y también a quienes no son nuestros
amigos que tienen que bancarse el único diario que hay en la región, tenga un
director con los problemas que yo tengo luchando contra la corriente, comprando
lupas que no me ayudan demasiado pero teniendo un grupo de amigos que me
permitieron cumplir sesenta años en lo mío y hacerme creer que ser Decano de la
prensa Argentina como el fundador de un diario ejerciendo hoy su dirección
trabajando, no figurando, no es un gran mérito que merece su tolerancia querido
lector.
A mí también quiero que me encuentre
la muerte trabajando pero que me deje trabajando un buen tiempo más que creo
que puedo.
En pocos días más vuelvo al
quirófano. Y no se imaginan cómo me ha ayudado Dios desde que nací muerto.
Ténganme paciencia, más que un pedido
es un ruego.
EL DIRECTOR