La pantomima judicial orquestada
por el juez Bonadío fue la payasada del lunes donde lo único que interesaba no
era hacer justicia, sino simplemente restarle jerarquía a quien en estos
momentos en la argentina tiene una mayoría de intendencia de votos notable con
el presidente Macri.
La detienen sin desaforarla y la
quieren presa porque si la dejan hablar, Macri queda mal parado. No vaya a ser
cosa que algún otro juez disponga también que en la misma celda que Cristina se
ubica Franco Macri, y quien sabe sino al propio presidente de la Nación a quien
también habría que desaforar.
Si la juventud estaba conquistada
por la actividad política, el manejo delictuoso, vergonzoso y ridículo de un
juez y de un presidente de la nación, le quita toda seriedad a todo lo que se
está haciendo para tratar un solo objetivo: allanar el camino para que Macri
disponga de otro herido presidencial. Porque seguramente él y la lagartija que
nos mandaron del norte están convencidos que como vienen las cosas, la gente
antes de volver a votar a Macri, se va a cortar la mano.
Estamos avergonzados de la
política que se está llevando a cabo en el país. Un país que tuvo tantos
próceres en los últimos 210 años, que han logrado escribir una historia de mil
volúmenes contándole el heroísmo el
verdadero sentimiento que tiene el argentino
y la vergüenza que hacen pasar a todos los que alguna vez poniendo la
mano sobre el libro de nuestra Constitución dijo en algún acto el “SI JURO” quedando hoy cada uno de
ellos con una deuda pendiente con la historia.
Desde el extranjero, las
idioteces que se hacen en nombre de la ley en la Argentina producen vergüenza
en los miles de argentinos que tan bien hacen quedar a nuestro país en
cualquier actividad que asuman en cualquier lugar del mundo.
Quizás habría una sola fórmula
para que nuestro presidente recuperara algo de su perdido prestigio: poner en
la misma celda detenidos a Cristina Fernández de Kirchner y Franco Macri. Eso
sí sería transparencia.
EL DIRECTOR.