martes, 18 de septiembre de 2018

LA VIDA HOY




No hay dudas que todo ha cambiado en la sociedad mundial. Aunque todo pareciera diferente, hay muchas cosas que gracias a Dios se mantienen vigentes: la fe, la esperanza, el amor, pero también la contra partida de estos sentimientos. Como el desagradecimiento, el peor de los delitos del corazón, la mentira, la envidia, y cada día es más difícil hacerse un amigo de verdad.
La gente ya no se casa. La juventud ve que el 90% de los matrimonios fracasa y no quieren fracasar ellos también uniéndose ante Dios y los hombres con el sacramento que antes unía casi unánimemente a las parejas del mundo.
Aunque a veces no nos damos cuenta que hay cosas que solo parecen haber cambiado. Por ejemplo, los camicaces japoneses se suicidaban arriba de sus aviones estrellándose contra un barco para destruirlo. Ese fanatismo es el mismo que condujo a los fanáticos asiáticos que destruyeron las dos Torres Gemelas en Estados Unidos o los que hoy se envuelven con explosivos y ellos mismos se hacen detonar para matar a toda la gente que puedan y estén cerca de él.
Parece mentira que las cosas hayan cambiado tanto que ya no haya tantos amigos como antes unidos por un sentimiento, por un parentesco o simplemente por un llamado de la mente o el cerebro conocido como telepatía, pero todo es muy diferente.
¿Cómo podemos parar este disloque que es hoy el mundo? Donald Trump, un ultra millonario ganó las elecciones de Estados Unidos y a los pocos días mandó una súper bomba que fábrico un cráter en Asia, como diciéndole a los terroristas “conmigo no se jode”. De pronto hoy lo vemos a los abrazos con el presidente de Corea que era uno de los enemigos más acérrimos de Estados Unidos, por historia, por represarías o simplemente por ideologías opuestas.
Hoy los jóvenes no se casan. Se unen por el amor y se separa cuando él se termina. En este aspecto como hace poco con el aborto, la sociedad legislativa va a tener que accionar algún tipo de nueva forma de unión de las parejas o contratos de siete años que una los matrimonios (una loca idea de hace veinte años que mereció ironías y severas críticas). Ya a fuerza de leer y ver a una madre con cinco hijos que muy campante dice, los dos más grandes los tuve con Raúl, el tercero con Juan Carlos, el cuarto no me acuerdo y el quinto con mi padrastro. Eso que usted cree que es una aberración que es lo que usted está leyendo, tómelo como quiera, pero no lo tome muy a la ligera. El mundo perdió todas las chavetas, ahora las autoridades vigentes meten presos a los candidatos que le puede quitar el mando de un país con cualquier pretexto. Imaginando por ejemplo, que cerca de su casa el político de la oposición enterró a 15 metros de profundidad un conteiner lleno de dólares. Lo dijimos la semana pasada y lo volvemos a decir hoy: en cualquier momento la máquina de moler boludos va a quedar atascada por tantos candidatos que hay a caer en ella.
Pero díganos querido lector: ¿Si usted fuera periodista y quiere que su medio le llegue algo más que noticias, no estaría tan desorientados como nosotros?
No se quiere imponer la pena de muerte cuando hay gente que viola a una criatura de 13 años, luego la mata, la justicia lo descubre y la sociedad tiene que darle de comer, también tenerlo encerrado y gastar en abogados y fiscales inútilmente. Porque la simple evidencia de un delito semejante no puede permitir una acción humanitaria con semejante bestia. En la guerra gaucha Belgrano o San Martín fusilaban a un desertor de sus filas, un soldado que abandonaba su puesto de lucha era fusilado sin mayores trámites. ¿Qué trámites merecería un violador y asesino de una nena de 13 años?
Estamos desorientados y no le perdono a usted querido amigo, que usted no sienta la misma sensación: un candidato a presidente promete cien cosas bonitas al pueblo, se hace Poder, y ya siendo Poder hace exactamente todo lo contrario que le prometió al pueblo que le votó y creyó, y ahora tiene que sentarse en la tribuna a mirar como en la Edad Media soltaban los leones en un estadio para que se comieran a las pobres victimas, que eso es lo que sentimos ser hoy en Argentina, muchos que todavía teníamos fe. Fe en Dios y en los hombres… pero hoy solo nos queda la fe en ÉL.
Y no es poco…
EL DIRECTOR.