No hay dudas que todo ha cambiado
en la sociedad mundial. Aunque todo pareciera diferente, hay muchas cosas que
gracias a Dios se mantienen vigentes: la fe, la esperanza, el amor, pero
también la contra partida de estos sentimientos. Como el desagradecimiento, el
peor de los delitos del corazón, la mentira, la envidia, y cada día es más
difícil hacerse un amigo de verdad.
La gente ya no se casa. La
juventud ve que el 90% de los matrimonios fracasa y no quieren fracasar ellos
también uniéndose ante Dios y los hombres con el sacramento que antes unía casi
unánimemente a las parejas del mundo.
Aunque a veces no nos damos
cuenta que hay cosas que solo parecen haber cambiado. Por ejemplo, los
camicaces japoneses se suicidaban arriba de sus aviones estrellándose contra un
barco para destruirlo. Ese fanatismo es el mismo que condujo a los fanáticos
asiáticos que destruyeron las dos Torres Gemelas en Estados Unidos o los que
hoy se envuelven con explosivos y ellos mismos se hacen detonar para matar a toda
la gente que puedan y estén cerca de él.
Parece mentira que las cosas
hayan cambiado tanto que ya no haya tantos amigos como antes unidos por un
sentimiento, por un parentesco o simplemente por un llamado de la mente o el
cerebro conocido como telepatía, pero todo es muy diferente.
¿Cómo podemos parar este disloque
que es hoy el mundo? Donald Trump, un ultra millonario ganó las elecciones de
Estados Unidos y a los pocos días mandó una súper bomba que fábrico un cráter
en Asia, como diciéndole a los terroristas “conmigo no se jode”. De pronto hoy
lo vemos a los abrazos con el presidente de Corea que era uno de los enemigos
más acérrimos de Estados Unidos, por historia, por represarías o simplemente
por ideologías opuestas.
Hoy los jóvenes no se casan. Se unen
por el amor y se separa cuando él se termina. En este aspecto como hace poco
con el aborto, la sociedad legislativa va a tener que accionar algún tipo de
nueva forma de unión de las parejas o contratos de siete años que una los
matrimonios (una loca idea de hace veinte años que mereció ironías y severas
críticas). Ya a fuerza de leer y ver a una madre con cinco hijos que muy
campante dice, los dos más grandes los tuve con Raúl, el tercero con Juan
Carlos, el cuarto no me acuerdo y el quinto con mi padrastro. Eso que usted
cree que es una aberración que es lo que usted está leyendo, tómelo como
quiera, pero no lo tome muy a la ligera. El mundo perdió todas las chavetas,
ahora las autoridades vigentes meten presos a los candidatos que le puede
quitar el mando de un país con cualquier pretexto. Imaginando por ejemplo, que
cerca de su casa el político de la oposición enterró a 15 metros de profundidad
un conteiner lleno de dólares. Lo dijimos la semana pasada y lo volvemos a
decir hoy: en cualquier momento la máquina de moler boludos va a quedar
atascada por tantos candidatos que hay a caer en ella.
Pero díganos querido lector: ¿Si
usted fuera periodista y quiere que su medio le llegue algo más que noticias,
no estaría tan desorientados como nosotros?
No se quiere imponer la pena de
muerte cuando hay gente que viola a una criatura de 13 años, luego la mata, la
justicia lo descubre y la sociedad tiene que darle de comer, también tenerlo
encerrado y gastar en abogados y fiscales inútilmente. Porque la simple evidencia
de un delito semejante no puede permitir una acción humanitaria con semejante
bestia. En la guerra gaucha Belgrano o San Martín fusilaban a un desertor de
sus filas, un soldado que abandonaba su puesto de lucha era fusilado sin
mayores trámites. ¿Qué trámites merecería un violador y asesino de una nena de
13 años?
Estamos desorientados y no le
perdono a usted querido amigo, que usted no sienta la misma sensación: un
candidato a presidente promete cien cosas bonitas al pueblo, se hace Poder, y
ya siendo Poder hace exactamente todo lo contrario que le prometió al pueblo
que le votó y creyó, y ahora tiene que sentarse en la tribuna a mirar como en
la Edad Media soltaban los leones en un estadio para que se comieran a las
pobres victimas, que eso es lo que sentimos ser hoy en Argentina, muchos que
todavía teníamos fe. Fe en Dios y en los hombres… pero hoy solo nos queda la fe
en ÉL.
Y no es poco…
EL DIRECTOR.