jueves, 7 de marzo de 2019

CUANDO ALGO SE MUERE…




…Generalmente no resucita y eso no es solo para los humanos comunes porque el único que resucitó fue Cristo. Pero se han muerto otras cosas, otra gente, otras costumbres que ya son historia. Por ejemplo, Momo: El “Dios” del carnaval.
Recordamos los más viejos los hermosos corsos de hace 70 años o algunos menos. Con que alegría se disfrutaba en los barrios los globazos y baldazos de agua jugando al carnaval, los disfraces en los corsos. Las mascaritas que te hacían volver loco y vos no adivinabas quien era esa mascarita que te estaba cargando. Las hermosas carrosas, las comparsas, las murgas. El corso era una fiesta, se sumaron después las espumas, las bailarinas reinas para las comparsas moviendo la cola ante la admiración de la gente, y miles y miles de personas viviendo el carnaval de Momo.
Pero como todas las cosas, tienen su cenic y su ocaso como si fueran un ser humano de larga vida.
En Cañada de Gómez, una empresa local de espectáculos por muchos años surtió de grandes artistas, grandes orquestas y publicidad a cosos como los de Corral de Bustos, Sastre, Alcorta, Aceval, Rosario y Cañada de Gómez… por supuesto. Ronda musical ayudó muchos años a que este diario subsistiera y en 1979 se hizo el último gran carnaval presidido por el equipo y animadores de Ronda Musical y ocho clubes que aportaron cada uno: una carroza y cuatro empleados para llenar las boleterías, las porterías y la vigilancia de todas las cosas que habia que cuidar para el carnaval que se hizo en la plaza San Martin fuera tan exitoso como fue. Estrella tenía su local en ese momento, 1979, en Aizpuru en un local de dos pisos alquilado a Raúl Fernández Soljan y desde allí se controlaban las boleterías, los artistas, los kioscos, la venta de espuma y el orden de las carrozas. Olimpia, Sport, NOB, Estrella, Bomberos voluntarios, Sarmiento, Tic-Tac y Arroyito eran los ocho organizadores que dividían las ganancias que fueron muy importantes y donde actuaron la comparsa correntina Ara Berá, Enrique Dumas, Industria nacional, Rodolfo Zapata, el soldado chámame, el trío gonzalito, la típica de Héctor Varela, Antonio Tormos, Alberto Catillo y Cañada a su vez se puso los pantalones largos y armó una hermosísima comparsa que actuó todas las noches. Alfredo Montoya grabó la marcha oficial de Gulliver 79 y un gigante de 16 metros presidia desde el palco todo lo que pasaba en el corso.
Ronda Musical habia hecho hacer ese gigante en Carcarañá, a cargo de un viejo amigo Armando Álvarez. Eso, todo eso, había muerto. No solo en Cañada sino también en Corral de Bustos y en los otros grandes carnavales que se quedaron sin dirigentes y sin entusiasmos para seguir horrando al Dios Momo.

Como felicitamos a los dirigentes, municipales y personas de Cañada de Gómez, los esfuerzos que están haciendo para que Momo resucite. Y que cerca que estuvo este año como por ahí hilando fino se nos ocurre pensar que como las modas van y vienen, pronto estos esfuerzos de los municipales de Cañada de Gómez para que la gente tenga su fiesta gratis pueden llegar a doblar la muerte de Momo y revivirlo otra vez. Muchas cosas nacen, mueren, y vuelven a nacer y vuelven a morir en la naturaleza del mundo. ¿Por qué no pensar que este esfuerzo lindo que contagió a mucha gente en la ciudad puede ir creciendo como ocurrió en Corrientes o en Gualeguaychú hace años? Al fin y al cabo casi todas las modas y costumbres tienen el mismo destino. Llegan, triunfan, decaen y desaparecen y por ahí pasando unos años vuelven a nacer y a disfrutar de la vida como lo hizo Momo en la Plaza San Martín este largo fin de semana.