…Generalmente no resucita y eso no es solo para los humanos
comunes porque el único que resucitó fue Cristo. Pero se han muerto otras
cosas, otra gente, otras costumbres que ya son historia. Por ejemplo, Momo: El
“Dios” del carnaval.
Recordamos los más viejos los hermosos corsos de hace 70 años
o algunos menos. Con que alegría se disfrutaba en los barrios los globazos y
baldazos de agua jugando al carnaval, los disfraces en los corsos. Las
mascaritas que te hacían volver loco y vos no adivinabas quien era esa
mascarita que te estaba cargando. Las hermosas carrosas, las comparsas, las
murgas. El corso era una fiesta, se sumaron después las espumas, las bailarinas
reinas para las comparsas moviendo la cola ante la admiración de la gente, y
miles y miles de personas viviendo el carnaval de Momo.
Pero como todas las cosas, tienen su cenic y su ocaso como si
fueran un ser humano de larga vida.
En Cañada de Gómez, una empresa local de espectáculos por
muchos años surtió de grandes artistas, grandes orquestas y publicidad a cosos
como los de Corral de Bustos, Sastre, Alcorta, Aceval, Rosario y Cañada de
Gómez… por supuesto. Ronda musical ayudó muchos años a que este diario
subsistiera y en 1979 se hizo el último gran carnaval presidido por el equipo y
animadores de Ronda Musical y ocho clubes que aportaron cada uno: una carroza y
cuatro empleados para llenar las boleterías, las porterías y la vigilancia de
todas las cosas que habia que cuidar para el carnaval que se hizo en la plaza
San Martin fuera tan exitoso como fue. Estrella tenía su local en ese momento,
1979, en Aizpuru en un local de dos pisos alquilado a Raúl Fernández Soljan y
desde allí se controlaban las boleterías, los artistas, los kioscos, la venta
de espuma y el orden de las carrozas. Olimpia, Sport, NOB, Estrella, Bomberos
voluntarios, Sarmiento, Tic-Tac y Arroyito eran los ocho organizadores que
dividían las ganancias que fueron muy importantes y donde actuaron la comparsa
correntina Ara Berá, Enrique Dumas, Industria nacional, Rodolfo Zapata, el
soldado chámame, el trío gonzalito, la típica de Héctor Varela, Antonio Tormos,
Alberto Catillo y Cañada a su vez se puso los pantalones largos y armó una
hermosísima comparsa que actuó todas las noches. Alfredo Montoya grabó la
marcha oficial de Gulliver 79 y un gigante de 16 metros presidia desde el palco
todo lo que pasaba en el corso.
Ronda Musical habia hecho hacer ese gigante en Carcarañá, a
cargo de un viejo amigo Armando Álvarez. Eso, todo eso, había muerto. No solo
en Cañada sino también en Corral de Bustos y en los otros grandes carnavales
que se quedaron sin dirigentes y sin entusiasmos para seguir horrando al Dios
Momo.
Como felicitamos a los dirigentes, municipales y personas de
Cañada de Gómez, los esfuerzos que están haciendo para que Momo resucite. Y que
cerca que estuvo este año como por ahí hilando fino se nos ocurre pensar que
como las modas van y vienen, pronto estos esfuerzos de los municipales de
Cañada de Gómez para que la gente tenga su fiesta gratis pueden llegar a doblar
la muerte de Momo y revivirlo otra vez. Muchas cosas nacen, mueren, y vuelven a
nacer y vuelven a morir en la naturaleza del mundo. ¿Por qué no pensar que este
esfuerzo lindo que contagió a mucha gente en la ciudad puede ir creciendo como
ocurrió en Corrientes o en Gualeguaychú hace años? Al fin y al cabo casi todas
las modas y costumbres tienen el mismo destino. Llegan, triunfan, decaen y
desaparecen y por ahí pasando unos años vuelven a nacer y a disfrutar de la
vida como lo hizo Momo en la Plaza San Martín este largo fin de semana.