viernes, 31 de enero de 2020

LOS PRESOS DE TODO EL PAÍS QUIEREN HACER JUSTICIA.



El terrible atentado y asesinato de Fernando Báez Sosa ha conmovido al país, fue comentario obligado de norte a sur, este a oeste en la Argentina y tuvo también su gran difusión mundial.
¿Cómo hacemos los argentinos para demostrarle al mundo que esas diez bestias, rugbiers para más dato, un deporte para la casta alta de argentinos, no es un significativo calificativo de lo que somos los argentinos, menos aun los jóvenes? Pero si hay una forma de buscar los buenos argentinos jóvenes para premiarlos con una carrera universitaria, con becas y todo lo que un joven puede necesitar para transformarse en un hombre de bien e importante de nuestro país, habrían en nuestro entorno miles de empresas de gente con dinero, de instituciones y establecimiento educacionales que con seguridad no tendría entre sus alumnos inscriptos ninguna de las diez bestias que ultimaron a un muchacho de 19 años, y nadie sabe porque. ¿Habrá sido para demostrar lo fuerte y rudos que son los jugadores de rugby? Si eso buscaban lo que demostraron es que los jóvenes cultores de ese deporte son unos reverendos hijos de puta. Pero nosotros no lo creemos así.  Entre esos diez tienen que haber habido una gran mayoría de alto nivel social que creen tener todo el mundo en sus manos y el perdón del Papa de todos sus pecados.
Es triste y lamentable para los argentinos que este hecho como es explicable, haya transferido a todo el mundo una noticia semejante. Y que ahora estén muy preocupados esperando la entrada de esos diez salvajes a las cárceles. Todos los presos comunes que seguramente verán el delito que a ellos los tiene tras las rejas o una pequeña riñan de barrio porque seguramente muy pocos presos en la Argentina deben estar presos por atacar diez a uno y matar despiadadamente a un semejante.
No vamos a perdonarle a los que han estado en un estado de disgusto o de amor herido en lo más profundo quienes pueden en la argentina presentar un peor motivo para estar preso. Y hablamos de maridos o esposas engañados, actos de irracionalidad donde antes hubo mucho amor que generalmente se transforma en odio. Pero que diez jóvenes en edad escolar aún cometan el asesinato que cometieron junto al mar en la zona prospera de turismo de la gente con mejor nivel económico, supera todo lo imaginable. Ningún chico de 16 o 18 años necesita estar en barra de diez para asesinar a nadie. Fue como una fiesta entre ellos para ver quien le pateaba más fuerte la cabeza a Fernando que moría poco después pese a los esfuerzos de una joven que le hacía respiración boca a boca y tareas de reanimación que en 35 minutos no dieron resultado pese a todo su esfuerzo.
Hoy los argentinos están preocupados de diferentes formas: 
a) los autores de este salvajismo que recién ahora se dan cuenta de lo que le puede pasar en la cárcel que les toque.
b) se dan cuenta que se terminó su vida, porque nadie habla de penas menores a 50 años de cárcel o perpetua. Porque esos ricos jóvenes seguramente hijos de familias oligarcas no van a poder comprar jueces ni pagar fianzas para borrar semejante asesinato.
c) súbitamente un sábado a la noche o mejor dicho un domingo de madrugada se encontraron que esa vida que querían encausar en la escuela secundaria o universidad hacia el futuro termina de desplomarse hecha trisas, y en dos o tres puntapiés que haya pegado cada uno en una cancha de rugby lo que rompieron no es solo la cabeza de un joven sino su propio futuro, su vida misma, que termina de caer herida de muerte entre los ejecutores de la justicia en la Argentina.
Argentina es un país de gente buena, estos salvajes son producto de un negocio vil como el de la droga, el alcohol, como el de los boliches que antes cerraban dos o tres de la mañana, y ahora algunos generosos diputados y senadores convirtieron en el peligro mortal que todo el mundo lee y analiza todos los domingos por la madrugada y a veces por varios días. No explicamos a nadie porqué un joven tiene que ir a bailar y divertirse a las 3 de la mañana metiendo su cabeza en un mundo de droga y alcohol, que no siempre saben cómo van a terminar de madrugada.
Parece mentira, pero solo ocurriendo masacres como la del otro domingo la justicia hará lo suyo. Y remendará todos los terribles exabruptos que en los últimos años se hace de la diversión de los jóvenes argentinos.
Con seguridad de eso, como siempre ocurren unas grandes calamidades públicas, va a salir algo bueno para los que queden fuera de las cárceles y fuera de las estúpidas normas de los gobiernos de turno.
EL DIRECTOR.