Hace 60 años en todo el país los espectáculos bailables
terminaban a las 2 y media de la mañana, luego a las 3. En la década del 80 los
inspectores municipales caían al centro de Ronda Musical con un talonario de
multas en blanco por si la organización del baile se excedía de las 3 a 3 y
media de la mañana. Eran bailes de gente grande y gente joven mezclada y era
una fiesta familiar donde casi nunca había entreveros, o cosas fuera de la
normalidad. Solo algunos que exageraban tal vez con el vino toro con coca que
era la bebida más popular. En esos lugares no había líos ni a la entrada ni a
la salida y solo había una barra en el boliche más popular que tuvo Cañada,
Mckakos, al que por alguna situación anormal (coima) se le permitía cerrar a
las 4. Allí si había un grupúsculo de jóvenes que agredían de palabra a los
rosarinos que venían a Cañada de Gómez en tren y les coincidían los horarios.
Pero nunca, un bailable de un boliche se excedía hacen 30 o 40 años, más allá
de las 4 de la mañana.
Nos pasamos la vida preguntando en Estrella de la Mañana que
decreto salió del gobierno o del congreso de la nación permitiendo que jóvenes
de 16 o menos años, estuvieran bailando, drogándose y alcoholizándose hasta las
6, 7, o 8 de la mañana.
Desde que ocurrió ese fenómeno inadmisible e imperdonable
para las autoridades del momento comenzaron las muertes, las peleas, el alcohol
y la droga convierten a un joven y talentoso estudiante en una bestia como
ocurrió en los últimos tiempos en Villa Gesel y Rosario. Y ocurre permanentemente
en el resto del país.
Hay gobiernos que han usado a los jóvenes para cualquier cosa
pero jamás cuidaron las calles que transitan, los lugares que visitan y las
costumbres que tienen en esos lugares cada vez más tenebrosos y teñidos de
sangre.
¿Y todavía seguimos esperando que lo más hermoso que tenemos
en la Argentina, su juventud, se siga malogrando en esos lugares? No hablamos de lugares donde el jóven puede
bailar, reunirse, disfrutar de la vida joven y donde la violencia hasta las 3
de la mañana no arrancó todavía obnubilando la preciosa mente de nuestros
queridos jóvenes.
¿Qué espera para actuar el Congreso que tantos millones de
dólares le cuesta al país, casi inútilmente?
EL DIRECTOR