¿Puede ser un castigo de Dios? Puede…
Que fuera un ataque genocida de los países fanáticos
que no tienen ningún problema en inmolarse por una idea política y/o religiosa
sin pestañear, todo sería muy difícil de aceptar.
¡La gente se está enfermando! Se está
desacostumbrando de trabajar. La gente está cansada de “descansar”, pero de una u otra forma, los daños que el
COVID-19 le ocasiona al hombre hoy, no hay cifras en dólares ni en euros capaz
de explicar cuanto le ha costado al mundo y a la humanidad este castigo de Dios
o de quién sabe quien…
Hay cosas demasiado evidentes como para que creamos
que fue un accidente o un hecho natural.
Al ver ya esta semana abiertos a casi todos los
negocios y comercios que estuvieron cerrados por la cuarentena y el
aislamiento, encarados por la mayoría de los países del mundo, y poco a poco
imitada por el resto, tapando con una túnica negra todas las cosas hermosas que
tiene este mundo y de las que hoy, no puede gozar.
EL
DIRECTOR