miércoles, 8 de julio de 2020

ESPERAMOS QUE LA CUARENTENA NO SE SIGA ALARGANDO Y SE TERMINE.


Nuestro país ha sufrido las consecuencias terribles de un cierre total
del trabajo y las actividades, se demostró en síntesis que valió muy
poco viendo en qué forma renació el furor del coronavirus superando
las más altas marcas de enfermos y muertos de la primera parte de esta
pandemia, insistimos en un último editorial de la semana pasada en
que es preferible besar las penas que nos pueden traer a una
cuarentena que deja a casi todo el mundo sin trabajo, sin dinero y
desesperadamente con hambre.
Fue muy correcta la actitud de Alberto Fernández cuando de
inmediato declaro la cuarentena, pero lamentablemente las sucesivas
renovaciones mecharon la imprudencia y la exageración donde debió
considerarse de mejor manera el daño que esas cuarentenas producían
en la clase media y baja de nuestro país.
Casi todos los países del mundo levantaron la cuarentena: ¿Haremos
lo contrario aquí?
Existió como en todas las cosas que se hacen en este país una unidad
de criterio para tratar los problemas de Buenos Aires y su entorno y
los del interior del país. Nos encontramos con gente con puertas
cerradas y barbijos en provincias que no tuvieron ningún caso o muy
pocos. Nada está más lejos de la realidad que haya sido un éxito el
haber llevado la cuarentena a una centena, las autoridades del interior
sin embargo cumplieron religiosamente las instrucciones, indicaciones
y medidas emanadas por el gobierno nacional.

Fueron días que se le quitaron a la producción y que aumentaron el
desempleo y condiciones agregadas con los terribles flagelos que tuvo
que aguantar la economía nacional.
En Cañada de Gómez arrancó de a poco pero el levantamiento de
ciertas órdenes, medidas y restricciones del gobierno fue altamente
positivo, por ejemplo, los bares empezaron de a poquito a abrir y a
retomar su actividad y algunos ya muestran su aspecto anterior a la
pandemia.
Para ver todo el daño producido no hace falta ir a Buenos Aires, con
salir a caminar por las calles de Cañada de Gómez se pueden ver
tranquilamente los cierres de un sin número de empresas, fabricas,
industrias, comercios, comedores y actividades a las que seguramente
les costara mucho rehabilitar, regenerar y levantar si es que se puede
hacerlo.
Y decimos Cañada de Gómez por ser nuestra sede y nuestra ciudad
natal y de origen y su resultado está más al alcance de nuestra vista
que lo que haya pasado en todas las ciudades y pueblos del
departamento, la zona y la región.
Reconozcamos la mala suerte de Alberto Fernández que cuando toma
el poder con miles de ideas nuevas, surja semejante ataque contra el
mundo viviente y contra la humanidad que parece más obra de los
hombres que de Dios.

Estamos en el punto más alto de la pandemia, ¿Alguien sabe que
puede pasar de aquí en más?

Nosotros no.

EL DIRECTOR