Esta nueva sección que he decidido crear e inventar, llamada Tutti Frutti me permite incursionar en terrenos difíciles y donde es más fácil equivocarse que acertarle.
El Tutti Frutti es una mezcla entre un chiste y una humorada con una anécdota de las tantas que tengo y una buena frase sobria e inteligente, con un criterio digno de ser analizado y pensado, tal como si se tratara de una mesa de café. Eso es el Tutti Frutti.
Cuando la charla en la mesa de café se pone espesa, los más inteligentes arrancan para el lado de los tomates y las estupideces quedan en falsa escuadra y volvemos a ser todos lo que somos.
Hay un periodista, escritor, historiador e investigador de Estrella que está ofuscado porque hay gente que habla y dice: “Todos y Todas”. Entendiendo que con todos solamente es suficiente.
Es el cuento de la buena pipa, un viejo cuento que a muchos viejos nos ponía verde porque nos lo contaban los ancianos de entonces y era un cuento de no terminar nunca.
Por ejemplo, un viejo cuento que ya publicamos hace años con Miguel Caggiano que hoy está viviendo en Villa Gessell, tiene un fondo gracioso, cómico, humorístico y triste a la vez. Un cuento que desnuda las ambiciones de gente que está dotada (o no) para incursionar más arriba de donde está acostumbrada todos los días.
Ahí va:
Hay mucha gente que quiere ser actor, músico, pintor, escritor, etcétera. Pero el artista que quiere ser actor y actuar de este cuento es un fanático y un enfermo, se pasaba yendo a todos los teatros de Buenos Aires, viendo que compañía estaba ensayando y sus fanáticos y enfermizos deseos de llegar a participar de una obra de teatro, eran ya incontenibles e insoslayables.
Después de años de visitar infructuosamente cientos de teatros sin resultado alguno, encontró a un Director que tenía un problema: Se le había muerto un actor y necesitaba reemplazarlo, cuando nuestro futuro actor se enteró, fue a ofrecerse al Director que estaba ensayando la obra y allí le ofreció sus servicios.
Este le dijo: Mire que es un papel muy chiquito el que hacía este muchacho que se murió. A lo que el actor en ciernes, respondió:
- No importa señor Director, mejor. Así me voy haciendo a las tablas.
El Director le contesta:
- Escúcheme, es una obra de la edad media donde en la última escena aparece la reina con un puñal y asesina al rey, que cae muerto. Ahí aparece el actor este que se me murió y dice:
- ¡Qué motivos tuvo!
- Y ahí, se apagan todas las luces y termina la obra.
Nuestro actor abrió los ojos y quedó con la boca abierta y la mandíbula desencajada. Era su oportunidad de debutar en el teatro.
- Sí señor Director, es más que sencillo!
El Director le dice:
- Sí, es un papel cortito. Pero prácticamente es lo que le queda al espectador, una obra muy famosa. Y le deja un mensaje a todo el público que tiene que analizar el guión, la dramaturgia y el final de esta obra.
- ¡Acepto señor, acepto!
- Bueno, me alegro. Lo veo muy entusiasmado, así que le voy a dar el papel. Usted puede analizar esta frase en su casa mirándose al espejo. Mírese al espejo y diga: ¡Que motivos tuvo!
Lo abraza al Director y se va. El debut era el próximo sábado, tenía una semana para practicar.
Empezó el lunes delante del espejo de su casa, se paró con las piernas abiertas y los brazos extendidos, mirándose al espejo con sorpresa y terror, y dijo: ¡Que motivos tuvo!
Bajo el tono y dijo: ¡Que motivos tuvo!
Y después lo hizo más solemnemente, y dijo: ¡Que motivos tuvo!
Practico el martes, el miércoles, el jueves, el viernes y llega el sábado que era el gran día del debut y el Director lo llama y le dice:
- ¡No me falle!
Y él le dice:
- Nooooo, no. Tengo todo ensayado. No lo voy a defraudar.
- Bueno cuento con usted.
- Sisisi, cuente conmigo.
El actor debutante comió poco ese sábado, tenía miedo que le hiciera mal la comida, no tomo vino, quería estar entero. Fue a la peluquería, se cortó el pelo y se afeito. La ropa se la iban a dar en el teatro antes de empezar la obra, estaba todo bien.
Llegó el sábado, se levanto a las 5 y se puso delante del espejo y empezó, de menos a más:
- ¡Qué motivos tuvo!
- ¡Qué motivos tuvo
- ¡Qué motivos tuvo!
Y así ensayó hasta el mediodía y se fue a dormir la siesta porque quería estar entero a la noche. Cuando se hicieron las 8 fue al teatro y ya lo estaban esperando todos, saludo, se vistió, fue y se encerró en su camarín que tenía un espejo y empezó a ensayar:
¡Qué motivos tuvo!
Todavía no tenía muy bien asimilado como iba a ser, con qué tipo de voz.
¡Qué motivos tuvo!
Él sentía desde el camarín que la obra ya había empezado y sentía los aplausos del público. Cuando por ahí le tocan la puerta y le dicen:
- Muchacho, ya le toca a usted.
Se enfrenta y hace el último ensayo:
¡Qué motivos tuvo!
Acababa de decidir que expresión tenía que tener en la voz.
Sale, se va entre bambalinas y espera.
Entra la reina, apuñala y mata al rey y ahí el tenía que entrar y acabar con la obra.
Cuando todo el mundo estaba emocionado por el final de la obra, se siente la voz de la reina que dice:
- ¡Esto te lo mereces!
Entonces el director le toca el hombro al nuevo actor y le dice:
¡AHORA!
Mientras el rey se revolcaba agarrándose el estomago por la puñalada y la reina enarbolaba el cuchillo, entra nuestro actor y dice:
¡Que tuvo tengo metido!
La gente no entendía nada…
Había ensayado tanto que se confundió y dijo todo al revés.
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Telón Perezoso.