sábado, 24 de abril de 2021

ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI.

Esta página que comenzó a hacerse un día en que no habia pasado
nada y tuvimos que echar mano a cosas viejas para llenar la
página 3, terminó resultando más exitosa de lo que pensábamos y
esperábamos. La diversidad de temas y el interés de los mismos
pese a ser de cosas tan diversas llamaron la atención de todos
nuestros lectores.
Les empecé a relatar y a contar anécdotas de hace 80, 70, 60 y 50
años y la verdad es que me salió algo mucho mejor de lo que yo
pensaba y esperaba. Mis amigos como todos los que me leen pero
no son mis amigos y los lectores habituales de Estrella a veces
quedan enganchados con algunos de todos los temas que elijo
para llenar la página 3 todos los días de aparición de esta sección.
Hoy les voy a contar, por ejemplo que a los 8 años en la escuela
San Martin de Ramón Cárcamo había ganado un concurso de
dibujo y no sabía ni leer ni escribir. Hasta mis padres se
sorprendieron. Y pese a que tenía 8 años y ahora tengo 85 me
quedaron fijas en la memoria todas las cosas que viví en Ramón
Cárcamo.
Mi padre como los 100 vecinos de Ramón Cárcamo era invitados
por gente de campo como los Saluzzo, cuando habia faena. Todos
los que podían ayudar a los Saluzzo en su linda chacra que tenían
a unos 5 km al sur del pueblo iban. La faena en el campo se llama
a destinar un día determinado para la matanza de cerdos y
convertirlos en embutidos, una tarea muy larga, ardua y difícil
porque se eligen a varios cerdos y se los convierte en chorizos,
morcillas, salamitos, bondiolas y todas esas exquisiteces que
crean después de que haya matado y desaparecido el cerdo. Los
dueños del campo, los Saluzzo a todos lo que iban a ayudar les
pagaban con chorizos, morcillas, salames, bondiolas, etcétera y

todos muy contentos porque lo que se llevaban costaba más de un
día de trabajo.
En los dos años que estuvo mi familia en Ramón Cárcamo fuimos
dos veces a las chacras de los Saluzzo al lado de Río Tercero, que
como allí tenía poco caudal los chicos de Ramón Cárcamo que no
éramos muchos, unos 15, usábamos el río para jugar, nos
bañábamos y no era para nada peligroso y cuando terminaba la
faena nuestros padres nos recogían y volvíamos a Ramón
Cárcamo.
Hay que ver cómo iban mis padres, se llevaban un paquete lleno
de embutidos por el trabajo que habían aportado a la chacra y al
campo.
Tengo en los oídos todavía como chillan los chanchos cuando los
matan, nuestros padres nos mandaban al río para que no fuéramos
testigos de un feo espectáculo.
Paso el tiempo, mi padre tuvo que ir a vivir a Marcos Juárez y a
Venado Tuerto para trabajar y luego pudo volver a Cañada de
Gómez donde se hizo la casa gracias a Perón y allí esta. La casa
sigue en pie, después tantos años.
En Cañada nació Estrella. El pibe de 8 años ya tenía 20 y creó y
fundó un semanario que a los 10 años se convirtió y transformó
en diario, que es este y cuando fue diario el origen chacarero que
teníamos nos hizo hacer aparte una revista mensual que salía una
vez por mes aparte del diario que salía todos los días, la
editábamos en color con una tirada de 15 mil ejemplares que se
repartían a todas las personas que tenían campo y se llamaba
Estrella Rural.
Pasados muchos años recibimos una carta de Villa María de la
familia Saluzzo aquellos gringos de Ramón Cárcamo que
invitaban a mis padres a la faena de cerdos.

En esa carta nos preguntaban si el Director de esa revista tenía
algo que ver con el Ramacciotti que trabajó de ferroviario en
Ramón Cárcamo en 1943 y nos dejaron una dirección. Yo ya
estaba con Liliana Costa que hoy administra mi Diario. No
demoré más de tres días en estar en Villa María con los Saluzzo
que nos habían dejado una dirección en la carta que nos
mandaron, fue una gran alegría pese a que ya habían muerto mis
padres y los abuelos de los Saluzzo pero estábamos todos los
chicos ya hombres y mujeres con lo que jugábamos en el río
cuando habia faena. Ese hecho me hizo pensar en lo importante y
relevante que fue Estrella Rural difundiendo las ideas nuestras
favorables al hombre de campo durante años con hermosas
revistas a color y en papel ilustración hasta que no aguantamos
mas en hacerla y mantenerla porque se había decretado una de las
tantas crisis económicas y financieras a las que nos tiene
acostumbrados este país.

Volvemos a felicitar a los que arreglaron el reloj de la iglesia de
Cañada de Gómez que estuvo durante meses sin funcionar. Como
de costumbre ahí debe haber estado la mano de nuestra súper
intendenta, pero ahora no solamente nos da la hora si no que nos
va diciendo las horas con lindas campanadas que sin mirar el reloj
de la iglesia nos dicen qué hora es.

Hay muchos cañadenses que somos emocionales y sentimentales
y nos duele en el alma cuando hoy vemos que de la gran
curtiembre que supimos tener, hoy solo queda un arco de cemento
en el lugar donde entraban y salían cientos y miles de trabajadores
durante muchos años. Lo mismo está pasando con la fábrica de
cerraduras Mario. No sabemos si sigue trabajando, produciendo y
funcionando pero ya no vemos el calor y el trabajo de esas

instalaciones, podríamos alegar también la desaparecida fábrica
de botones, la fábrica de muebles Pacchiotti, la gran Cañadenzo
un orgullo nacional de Cañada de Gómez donde se inventó el
jabón en polvo cuya propaganda y publicidad decía, rimaba y
cantaba: “Que al lavar y blanquear, que le iban a ganar”.
Para no ponernos a llorar no hablamos de Vitrofin, de Ferraro, de
la Chevrolet de Feno, de la Ford de Bessone y de tantas otras
fábricas, industrias, empresas y comercios.