sábado, 24 de julio de 2021

ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI.

Cuando nació Estrella...


Se puede considerar a Estrella como un diario único, auténtico,
original, distinto, diferente, totalmente y absolutamente distinto y
diferente a todos los diarios que hay en todo el país. El fundador y
director (un servidor) tenía 20 años cuando lo fundó y hoy según
ADEPA no hay en todo el país un fundador de diarios que luego de
más de 60 años de haberlo fundado, todavía siga dirigiéndolo.
Y sigo siendo aquel joven de 20 años que hoy, más de 60 años
después, sigue soñando y luchando para que su Estrella sea la única
que se sigue viendo cuando sale el sol.

Tampoco debe ser normal, común y corriente que un diario viva
gracias a festivales, espectáculos y peleas de boxeo, a bailes, a fiestas,
a shows y a tantas otras cosas.
Estrella es un diario del que todos nos sentimos dueños y eso es algo
que a mí como su fundador y director me hace sentir feliz, muy feliz.

Esta sigue siendo una anécdota que nos causa gracia, simpatía y
alegría, otra del “Mago Púa”…
Hace más de 40 años en el pueblo de Álvarez donde Ronda Musical
presentaba a Horacio Guaraní, yo le habia pedido a mi hijo José Luis
que apenas tenía 12 años, que sin entrada no dejara entrar a nadie al
evento, pero a mitad del baile dos dirigentes del club de Álvarez
vienen a la boletería con una denuncia: “Señor Ramacciotti venga a la
puerta por favor que hay un pibe que no deja entrar al inspector de
SADAIC”. Procedí a ir y estaba mi hijo no dejando entrar al inspector
que quería cobrarnos el impuesto a la música reglamentario.

Anécdotas como esta hay decenas, cientos y quizás miles, solo que mi
vieja memoria no me deja recordarlas a todas, solo algunas de vez en
cuando y todas muy simpáticas, alegres y graciosas.
En aquel entonces mi hijo José Luis era un niño de 12 años, hoy tiene
casi 60 y es director de escuela. Y su compañero de boletería era el tío
Iadanza, un inolvidable amigo que falleció en un terrible accidente en
la ciudad de Rafaela, un tiempo después.

Y un chiste para variar…


El Papa Alemán Benedicto XVI no fue un buen Papa. Era altanero,
chillón, orgulloso, egocéntrico, ególatra, soberbio, arrogante y de muy
mal carácter, de muy mal humor, de muy mal genio, nada que ver con
su sucesor.
Los primeros días que durmió en el Vaticano lo hizo en la habitación
del Papa anterior y con los serviciales sacristanes a su disposición que
atendían todas sus necesidades.
La primera noche que el Papa durmió en esa habitación, a la mañana
siguiente fue despertado con tres severos golpes en la puerta de su
nueva habitación, sin ventanas y sin relojes. A las ocho de la mañana,
el viejo sacristán que tenia la función de despertar al Santo Padre, le
grita desde afuera:
- Santísimo, sono le otto e bon tempo.
A lo que el Papa responde:
- Grazie filio mío, Io e Dio lo sapiabamos.
El sacristán pensó y dijo para sus adentros:
- Me parece que este Papa es medio agrandado, no tiene ventana ni
reloj. ¿Cómo va a saber que son las ocho y en buen tiempo?”.

Lo mismo ocurrió al segundo día, el tercer día, el cuarto día y al
quinto día, siempre la misma respuesta del Papa y el sacristán cada
vez más fastidiado pensaba y decía para sí mismo:
- Que agrandado es este Papa, primero Él y después Dios. Dice que
sabe que son las ocho y en buen tiempo, es imposible”.
Y siguieron pasando los días y el viejo sacristán enojándose cada día
más, hasta que llega un día viernes en que se repite la misma historia y
el sacristán ya no aguantó más:
- Santísimo, sono le otto e buon tempo.
Dijo el sacristán.
Y desde adentro el Papa le responde:
- Grazie filio mío, Io e Dio lo sapiabamos…
A lo que el viejo sacristán le contesta:
Merda lo sapiabamos, sono le diechi e piobe!!!