sábado, 31 de julio de 2021

ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI

Estrella es un caso único, porque los que la hicimos, mantuvimos,
defendimos y trabajamos durante tantos años y sin ganar un peso, le
tenemos amor, mucho amor. Y ese amor se contagia a toda la gente y
a todas las personas que nos ayudan a tener un diario. Y más en estos
tiempos en los que estamos sometidos a una pandemia la que nos
obliga a salir solo una vez por semana, los sábados, de manera y
forma simbólica como para que la gente tenga conexión con todas las
cosas que van pasando en el pueblo, en la zona, en la región, en la
provincia y en el país.
Siempre tuvimos gente linda en la redacción del diario, gente
enamorada de lo que hacían, gente que, sin serlo, se sentían dueños
del diario y a nosotros eso no solo nos gustaba y nos encantaba sino
que también nos honraba, nos distinguía y nos enorgullecía.
Ósea que nosotros decimos que este es el Diario del Pueblo y es el
Diario del Pueblo.
Pese a que ahora no estamos saliendo periódicamente como diario por
esta maldita pandemia.
Mi edad hace que mi memoria no esté afilada como antes y lo que yo
siempre tuve es dificultades para recordar los nombres de la gente.
A menudo llamaba a una secretaria y venía otra y como siempre
trabajamos muchos en Estrella, en el momento en el que se me
cruzaban los nombres de las secretarias se producía un gran lío.
Por eso no se me ocurrió mejor sistema que cambiarles el nombre a
todas poniéndole nombres de colores, como por ejemplo: Sabrina,
¿Quién se va acordar de ese nombre? En Estrella se llama Blanca. Y
ahora tenemos a una Violeta y a una Verde Oliva.

Ya todo el mundo se acostumbró y se sienten bautizadas de nuevo. Y
todas son chicas maravillosas.
Ni hablar de los Navarro, Álvarez, Di Tomaso, Montani, todos
grandes colaboradores y amigos.
Y si tuviéramos que agregar nombres que significan mucho más
podríamos mencionar a Baiml, a Borbotti, a Mosconi, a Castellani, a
Frutos, a Monti, a Perazzo, a Giordano, a Bingo Interclubes, a
Matievich, a Bosco, a Stella, a Rasetto, a Ballori, el gobierno de la
provincia de Santa Fe, etcétera, etcétera.

Tuve muchas amarguras en mi vida pero una de ellas la tuve hace
poco tiempo. Un muchacho joven me dijo que tenía un cuadro mío y
que sabía que ese cuadro era mío porque estaba firmado con mi
nombre completo y no como Atila Jartti. Ósea, uno de los primeros
cuadro que pinté en mi vida, sin ninguna clase de preparación ni nada.
Así como aprendí a hacer dibujos y caricaturas y nadie me enseñó,
con los oleos me paso lo mismo.
Ese muchacho me dijo en la Parilla Humita de Ruta 9 en Cañada, que
era un cuadro que a él le gustaba mucho y que lo había sacado de una
carga de basura que estaba para los basureros que pasaban a retirar por
los domicilios las bolsas de basura que la gente dejaba en la calle.
Cuando el muchacho me explicó, me di cuenta.
Era el primer cuadro que había pintado al oleo y después habré
pintado unos 50 o 100 cuadros más, pero ese particularmente tenía un
gran interés personal de mi parte porque era el primero que había
hecho y se lo había regalado a mi mamá.
Al morir mi madre, a la esposa de mi hermano le pareció oportuno
dejárselo al basurero para que se lo llevara.
Aparte de privarme por 26 años del uso de la casa de mis padres cosa
que recién recupero al morir ella en 2019, no quiero opinar sobre este

caso y solo lo relato porque hay gente que está triste porque no tiene
hermanos, no es mi caso.

Un chiste viejo:
Dicen que los petisos son agrandados y en el boliche del que hoy les
hablaremos, dos por tres andaban creando disturbios. Un boliche lindo
donde la gente se toma una copa y juega a las cartas.
El petiso iba todos los días al boliche pero ese día llegó más
agrandado que nunca. Le pegó una patada a la puerta vaivén y entró
diciendo:
- Buenas tardes a algunos aunque yo calculo que no hay ninguno
mejor que yo, acá adentro. Casi todos son cornudos, calculo y
no sería raro que yo me haya acostado con alguna de sus
mujeres, calculo y si nadie dice nada es porque calculo que le
metí el dedo en el culo y son cornudos conscientes, calculo.
En ese momento, un agricultor que estaba apoyado en la barra, levanta
su copa de ginebra y el petiso le pega al vaso desde abajo, se lo hace
caer, se desparrama toda la ginebra en el piso y le dice:
- Y calculo negro que vos no te vas a tomar esa ginebra.
El hombre despaciosamente miro para abajo al petiso, lo agarró de la
solapa, lo puso contra la pared dejándole las piernas en el aire, le dio 4
o 5 sopapos y un puñete en la panza y abriendo la puerta del boliche lo
tiró a la calle que todavía no estaba pavimentada.
El petiso cayó, se levantó levantando una polvareda de su caída, se
arreglo el sombrero y dijo:
- Me parece que hoy estoy calculando pa´ la mierda.


Telón risueño.