martes, 28 de septiembre de 2021

ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI.

Hace un tiempo, Carlo Piva me acusó de hablar muy mal de los gringos y él pensaba que entre ellos se encontraba su familia, la que vino de Italia e hicieron en Cañada de Gómez los dos mejores hoteles y varias grandes empresas de importancia y relevancia de las que nuestra ciudad puede y debe sentirse muy honrada, orgullosa y distinguida. Hoy pienso insistir para que nunca más el querido Carlo vuelva con algo que es falso. Mis dos familias, la paterna y la materna, son más gringos que los Piva, mi abuelo paterno, el padre del pavimento de Cañada de Gómez de hace un siglo, vino al país con sus hermanos y hermanas, José Ramacciotti, vino con su hermano Alberto y su hermano Juan y sus hermanas, Delfas, Matilde y la Sra de Ramallo, de San Nicolás. Y mis abuelos maternos italianos que montaron el boliche de los Valfosca en San Estanislao, también vinieron de Italia. Marcelino Valfosca se casó con Magdalena Feno, casi una copia de la Madre Teresa por su dedicación a sus hijos y a todos sus semejantes. De ella tendré que hablar mucho algún día… También fueron gringos. Entonces, ¿Puede creer Carlo Piva, mi amigo, que me trata como si yo estuviese hablando mal de los gringos? ¿Yo? ¿Justamente yo? Imposible. Y ya que estamos hablando de los gringos: ¿Acaso el país no se da cuenta de que la riqueza del campo argentino se la debemos a los gringos? Hace tiempo que le debo a Carlo esta respuesta, que se la puedo probar y que espero que de hoy en adelante, jamás vuelva a acusarme Carlo de lo que a mí me duele tanto. No solo soy hijo y nieto de gringos sino que también soy un gran amigo de todos ellos, que hicieron grande a mi país y lo siguen haciendo.