sábado, 19 de febrero de 2022
ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI
¿Bailamos?
Hace 60 o 70 años, los jóvenes bailábamos en bailes populares. No
existía el boliche que luego envenenó millones de mentes juveniles en
todo el mundo. Introdujo las drogas, mató el romanticismo, abolió el
respeto y produjo un cambio social que sin lugar a dudas separó a los
jóvenes de entonces de sus familias.
En Cañada de Gómez, la zona y la región se bailaba en Villa Eloisa,
en Armstrong, en Las Parejas, etcétera y se asistía a los bailes de
colimbas que eran bailes organizados por los soldados que en pocos
días más iban a vestir el uniforme de la patria e iban a hacer el
servicio militar.
Con esos bailes juntaban unos pesitos para los gastos que se les
producían en el ejército.
En Cañada de Gómez los bailes se hacían en la Sociedad Suiza, el 8
de Julio, el 24 de Mayo, el 2 de Agosto día de los suizos, los chicos y
las chicas estudiantes se juntaban en casas grandes y hacían asaltos
con los Winco (tocadiscos) y eso era todo.
La aparición del boliche chocó contra los bailes populares, donde
podían ir el padre, la madre, el abuelo, la abuela, el tío, la tía y no en
esos boliches cerrados tipo Macakos donde nunca entró ningún
familiar a ver como se comportaban sus familiares en la oscuridad.
Tengo recuerdos de tres lugares y como son graciosos, en parte, los
traigo hoy a esta sección de Tutti Frutti donde le doy manija a mi vieja
memoria y algo logro recuerdar.
Los bailes más populares estaban en Villa Eloisa, en Armstrong y en
Las Parejas. En Villa Eloisa, mi grupo de estudiantes del Colegio
Nacional íbamos todos juntos en un par de autos. Una noche en la
Sociedad Cosmopolita de Villa Eloisa “Tochi” Laguna conoció a la
que primero fue su novia y después su esposa y ahí nació su familia.
Yo le agrego dos anécdotas algo cómicas que me pasaron a mí, con la
misma barra de siempre: “Tochi” Laguna, “Nenucho” Terrádez, Hugo
Maggi, “Conejo” Etchart, etcétera. En ese momento, se sacaba a bailar
diferente a como se acostumbró después con un movimiento de cabeza
o algo así. Uno iba a la mesa e invitaba bailar a la señorita que elegía,
que se paraba y salía a bailar con uno o no.
En un baile en Armstrong en el prado español, ubicado donde hoy hay
una escuela secundaria (donde hoy trabaja uno de mis hijos) había una
chica bastante bonita, un poco rellenita y cuando ya mis compañeros
habían salido a bailar, para no quedarme solo, encaré hacia esa chica,
en el baile que estaba repleto de gente, y le pregunté:
- ¿Bailamos linda?
La chica levantó la vista y me respondió:
- Y… ¡Ya que estamos al pedo!
Otro baile que puedo destacar es el de la Sociedad Italiana de
Las Parejas. Ahí también íbamos la barra de siempre y yo
bailaba siempre con la misma, una chica muy bonita que bailaba
muy bien (yo siempre fui un tronco) y después de varios meses
o quizás años de ir al baile de Las Parejas, ocurrió que me
comprometí con la que fue la madre de mis hijos, a la que yo no
le contaba que algunos sábados a la noche me iba a los bailes.
Después de bailar mucho tiempo con la misma chica, al terminar
una presentación, mientras la gente se iba a sentar a sus sillas
nos quedábamos parados en el medio de la pista porque la chica
se espantó de algo que vio en mi dedo anular, un anillo de
compromiso. Me preguntó qué era eso y yo le respondí que me
había comprometido.
¿Usted vio las cachetadas que le daba Doña Florinda, la mamá
de Quico, a Don Ramón en la serie del Chavo?
Fue más o menos así el bife que recibí en la cara cuando no
habia nadie en la pista ya y todo el mundo nos miraban.
Quedé parado como buzón en esquina, colorado como un tomate
y no sabía adónde meterme.
Yo en ningún momento me le habia declarado a mi pequeña
bailarina.
Creo que ese fue uno de los papelones más grandes de mi vida y
recién tenía apenas 21 años.
(Telón avergonzado)
EL DIRECTOR