sábado, 5 de marzo de 2022

ATILA JARTTI, TUTTI FRUTTI.

Cuando acaban de inaugurar en Plaza San Martín de Cañada de Gómez una gran estatua de Manuel Belgrano, el más grande junto con José de San Martín, de los próceres argentinos. Recordamos algo que pasó hace 50 años aproximadamente. Existe en la Plaza San Martín un hermoso monumento a la madre que tiene un bebe desnudo en brazos. Es un hermoso adorno para nuestra hermosa plaza tan bien cuidada, mantenida y conservada por la intendencia municipal. Pero en este caso, esa estatua tiene una historia, si se quiere cómica, humorística y absurda. La comisión de padres de la Acción Católica de aquella época, presidida por uno de ellos cuyo apellido era Perrone, protestaron en la Iglesia, en la Municipalidad, en el Concejo Deliberante y no recuerdo en que otros lugares más para que ese monumento fuese modificado. Lo que pasaba, según estos pobres hombres, es que la madre tenía un bebe recién nacido con el pitito demasiado a la vista de las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes que pasaban por ese lado de la plaza. En Revista Estrella, entonces aún revista, salió un titulo grande en primera plana: ¿Es inmoral el monumento a la madre? A la mayoría de la gente de Cañada de Gómez les causó gracia la estúpida idea de que el pitito de un bebe recién nacido pudiera llegar a considerarse “inmoral”. Ósea que Estrella de la Mañana lo tomo en broma y señaló a los tontos que no supieron interpretar una hermosa obra de arte que aún hoy embellece, honra y enorgullece a Cañada de Gómez. … Hay personajes, personalidades y figuras que son dignos respeto y admiración . En Cañada de Gómez había un inspector municipal llamado Maravini que fue un gran ejemplo para muchas generaciones. Maravini era, aparte de ser un insobornable e incorruptible inspector municipal, una persona muy especial. Un día, en un incendio, él venía con su moto y para ir a atender el incendio con la urgencia que este demandaba tuvo que hacer media cuadra en contramano. Cuando se apagó el fuego, Maravini agarró su libreta y se hizo una multa a sí mismo por haber hecho media cuadra en contramano pese a que él iba a combatir el incendio. Maravini jugaba de arquero en Huracán de Bustinza, era un ejemplo en todo lo que hacía. Y lo que no se llegó a explicar nunca nadie es porque decidió terminar su vida colgado de un árbol cuando aún era joven, de mediana edad y respetado, admirado y muy bien visto por todo el mundo. Fue un tipo único y creo sinceramente que una calle de Cañada de Gómez tendría que llevar su nombre, tendría que llamarse Maravini. Los buenos ejemplos alguna vez tendrán que quedar escritos para siempre… … Algunos cuentos son tan buenos que vale la pena repetirlos porque los lectores no siempre son los mismos. Este es muy gracioso: Había un angelito jugueteando entre las nubes cuando de pronto mirando hacia abajo ve que en Buenos Aires un albañil que estaba trabajando en un piso número 40, revocando la parte exterior del edificio, se había patinado en un tablón y estaba colgado del mismo gritando desesperadamente y desconsoladamente pidiendo auxilio. Pero claro, ¿quién lo iba a escuchar 40 pisos abajo? El angelito sí. Y pensó: - Uy, ese tipo se va hacer bosta!!! Y nadie lo escucha!!! - ¡Voy a ver si puedo salvarlo! El angelito picó para arriba y se fue a hablar con Dios. - Dios mío, en Buenos Aires hay un tipo que se está por caer de 40 pisos y quiero salvarlo. - No, angelito. Tú eres un ángel y tu lugar es aquí en el cielo. El angelito insistió varias veces hasta que le dio a Dios una explicación que lo conmovió: - Vos me enseñaste que había que ser bueno. Y yo quiero hacer esta obra de bien y salvar a ese pobre hombre, querido Dios. Dios pensó un momento y le dijo: - Bueno, voy a hacer una excepción con vos, angelito. ¡Pero vas y volves volando! Anda a hacer tu obra y regresa enseguida. El angelito entró en picada violenta hacia Buenos Aires y se puso a volar al lado del albañil que estaba colgado de un tablón a punto de caer 40 pisos a la calle. El angelito le dice: - ¿Qué haces negro? El asustado albañil que no sabía de dónde venía esa voz, vio que había un angelito volando al lado de él: - ¿¡Volas!? - Sí y vine a salvarte, soltate que yo te salvo. - ¡Como me voy a soltar! ¡Vos estás loco! - Pero hombre no ves que estoy volando, yo te voy a salvar, tírate, soltate. - Mira que me suelto!!! - Soltate te digo!!! - Bueno, me suelto… Y el albañil se soltó y empezó a planear en piso 40, 37, 35, 33, 30… Hizo un ¡PLAF! contra el pavimento y se reventó contra la vereda y la calle. Quedó desparramado un ojo por un lado, un chinchulín por el otro, sangre por todos lados, un desastre. Y el angelito que había quedado volando allá arriba en el piso 40, dijo: - Pensar que soy un angelito y que estoy en el cielo y sigo siendo un reverendo hijo de puta!!!