sábado, 7 de mayo de 2022

CORREO DE LECTORES.

Carta de Pedro Bortolatto a Nuestro Director: Compañeros bancarios de muchos años, con Pedro Bortolatto hicimos una gran amistad que hoy «Pedrito» quiere recordar con esta maravillosa carta. Aquellos bancarios de la época que menciona Pedrito le hicimos 77 días de huelga a Frondizi junto a todo el resto de los bancarios argentinos. Hacía tiempo, cada vez que nos cruzábamos con Pedro, él siempre nos decía que quería darnos algo para publicar pero nunca nos lo daba, hasta que hace unos días finalmente nos lo dio y aquí está: José Ramaciotti -Historia de vida. Otoño 2022. Transcurría la década del 50 (1950), yo, era un ignoto joven que hacía pocos años había dejado de ser boyero rural, que en los albores de haber iniciado la segunda década de mi vida, ésta me mostró su cara más dura al arrebatamle a mi madre. A mis doce años inicié un nuevo camino. Traté de encontrar alivio a lo que no lograba entender:¿Porqué pasaban esas cosas desmesuradamente amargas} Inicié el nuevo rumbo como cadete de oficina y la única oportunidad de tomar algunos conocimientos, fue en un precario. secundario en la escuela nocturna. Esa endeble formación me posibilitó primero, ingresar a la Universidad y luego a un Banco. Esta triste introducción es solo para que se entienda la enorme importancia que tenía para mí relacionarme con personas como José Ramaciotti,’ y sentirme orgulloso de contar con su amistad. José pertenecía a una familia de prestigio en esta Ciudad, gente de una vasta cultura, cuyos integrantes ocupaban espacios relevantes.- Personalmente he tenido la buena suerte de haber contado como profesora a la Señora Rosario Ramaciotti que sin dudas marcó en forma indeleble los sanos principios que deben tener las personas de bien. José siempre se mostraba alegre, amable y divertido. Fuimos compañeros de trabajo y con su carácter afable hacía que las horas laborales transcurrieran agradablemente. Siempre dispuesto al chiste sano. Sinceramente amigable. En aquella lejana época con mucha frecuencia se realizaban reuniones con todos los compañeros de trabajo, donde cada uno se convertía en un verdadero histrión. Recuerdo a Bustamante y su «fueye», el cariñosamente llamado «Turco Salomón» y su berretín de cantor, sin olvidar del inefable y querido ltalo Cótica, que después de nuestra insistencia -y algunas copas -cantaba la Tísica que él pronunciaba la «Tizica». El movedizo y virtuoso Aldo Brosa que juntando varias botellas, todas con distintos niveles de líquido, lograba las notas musicales, oficiando de baterista para acompañar a los eximios músicos. No podría olvidar a la competencia artística de Antonio De Almeida (Toni) con «Pepe» Bustamante. Podríamos afmnar y confirmar lo que el Actor y Director Roberto Benigni posteriormente a este relato titulo su éxito cinematográfico «La Vida el Bella». Para nosotros ( especialmente para mí), disfrutábamos de la belleza de la vida. Esta sintética descripción es para llegar a la inequívoca conclusión que si la nostalgia es positiva nos proyecta y si es negativa nos destruye, la opción -sin dudas- es la primera.- Seamos positivos en nuestros recuerdos. Pero sigamos acariciando gratos momentos. Me está faltando describir el plato fuerte de aquellos divertimentos. Y era justamente el protagonista de este relato, José. En un momento determinado comenzaba a transformarse en mono. Tensaba sus músculos, su cuerpo tomado la forma de un primate, su cara irreconocible, lo convertía en un verdadero artista. Es dable también recordar la capacidad de José para buscar el sobrenombre adecuado para cada uno de nosotros, siempre de buena onda y sin la menor intención ofensiva, todo lo contrario, generalmente trataba de resaltar sus rasgos virtuosos. El brujo Ticera, desconozco el motivo, supongo que habrá sido por alguna cualidad especial. El Cholo Franzinelli, agradable y siempre dispuesto a derramar sus conocimientos generosamente. Siempre lo he recordado como mi gran maestro. Pichón Prospero, buena persona, conocedor del q u e h a c e r bancario. Renuente ala enseñanza por pura precaución. Tenia temor a que su interlocutor no lo entendiera y él quedara mal. Su respuesta era: «mirá pibe preguntale al Contador». Tito Mario Travaglino, el Contador. Serio y exigente. Cuando detectaba un error, devolvía el trabajo con un simple «está mal», sin precisar donde y porque. Era cuestión de buscar uno mismo dicho error. El inefable Fredi Rubiolo. Un señor lento y pausado en su andar, pero eficiente en su producción. El Tío Castellarín, personaje muy especial. Recuerdo que en su saco pijama o en el bolsillo del pantalón se notaban bultos prominentes producidos por las batatas que llevaba homeadas de su casa para reforzar la merienda que proveía el Banco. El querido por todos Viejo Petri, Demás esta aclarar que lo de «viejo» era un apelativo cariñoso ya que por ser uno de los mayores no era una persona de mucha edad, supongo que habrá tenido unos 50 años. No voy a obviar (para que José no crea que uno quiere excluirse) que el que suscribe o sea el más joven de todos (18 años) el «insignificante Pedrito» o «Peter» como gustaba llamarlo a José, una noche, junto al Sr. Petri, -ambos con una copa de más- al salir de una cena de las tantas a las que todos concurríamos, pasaron delante del Consejo Deliberante cuyos integrantes estaban sesionando con la puerta abierta, y José dice ya que los protagonistas nunca lo recordaron, que se pararon y casi ingresando al recinto con vos fmna y decidida expresaron: «. ..venimos a dar consejo para el futuro de Cañada de Gómez...» Personalmente creo que son todas mentiras de José...jajaj ( continuará)