sábado, 8 de abril de 2017

70 AÑOS DE POLÍTICAS EQUIVOCADAS

POR: Fernando U. Pandolfi.
EL POPULISMO ARRAIGADO EN LOS GOBIERNOS 
(Nota 9)
Juan Domingo Perón como avezado conductor de masas pontificaba sobre las condiciones de la clase trabajadora. «Las masas no piensan, sienten y tienen reacciones temperamentales cuando se las activa». ¿Pero quien debe canalizar esas reacciones? «Un líder que elabore y le ofrezca una posibilidad de triunfo y bienestar». «Las masas de obreros se ponen en actividad por el mandato y la autoridad de un jefe». Como se ve en el manejo popular no hay respeto por la condición humana ni por la libertad del pensamiento del hombre, sino un crudo sometimiento en beneficio de los mandones. Ernesto Laclou un teórico y un difusor de las ideas populares, sostiene que el Estado debe valerse de un aporte económico permanente para subsidiar a las masas, comprometerlas y mantenerlas adictas. Es el descaro de la demagogia de los poderosos que utilizan el dinero público para crear los mercenarios del voto. Ernesto Laclau filósofo y escritor argentino radicado en Inglaterra, ideó una Argentina dividida y fue un propulsor de afirmar que «el populismo garantiza la democracia» porque le permite, a sus adoctrinados dividir la ciudadanía. Entre los partidarios de una militancia paga y los que no aceptan vender su dignidad. Además aduce que los que no necesitan del aporte público, por reparos morales, son los enemigos de los gobiernos populares que habrá que combatir por los contactos que tienen con los intereses privados. Hay que tener presente que el pueblo debe sostener el concepto de «vende patria» para excluir a los enemigos de la nación. Sin embargo las ideas de Laclau terminó siendo el autoritarismo planificado de un marxista errante como el comunista italiano Antonio Gramsci que adoptó la desmesura de la dictadura del proletario carente de un valor sustentable como toda esencia totalitaria. Así construyan una comunidad donde cada componente es un militante fanatizado. En síntesis: el populismo persigue el botín de los caudales públicos para su existencia tenebrosa, con un final de una economía en bancarrota. Los gobiernos populistas siempre dejan el déficit para los idiotas que quieren rehacer el país. Pero a ningún funcionario que se va le parece oportuno analizarlo. El poder debe perdurar, es parte de comprar la voluntad de los seguidores.