Cuando
el ultramillonario Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos tuvimos
todos la sensación de que ese señor acostumbrado a que su palabra es ley
amparado en sus miles de millones de dólares podría llegar a tener funestas
influencias en el futuro del mundo. Y no nos equivocamos, la súper bomba que
hizo explotar en un país que vive
preparando golpes terroristas pudo haber tenido algún sector de la sociedad que
odia el terrorismo suicida que terminó con las Torres Gemelas y que desparramó
por el mundo a terroristas que no temen morir matando. Algo insólito,
inexplicable, pero peligrosísimo para el mundo. Mas allá de las amenazas de la
ley una persona que no le importa morir sino producir daños a coste de su vida
es imposible de encuadrar en una sociedad y permitirle vivir en contacto con
todos sus semejantes.
En
plena polémica porque ya antes Trump había tirado 60 misiles teledirigidos
destruyendo un aeropuerto terrorista en Asia. Trump quiso avisarle a Rusia y
pretendía lograr su apoyo para eliminar el terrorismo asiático que tanto
preocupa al mundo. Pero el agua y el aceite no se mezclan.
Ahora
Norcorea le envía un misil a Estados Unidos pero lo hace explotar antes de
llegar como diciéndole a Donald: Cuidado Trump que nosotros también podemos
hacer como Estados Unidos y tenemos la bomba atómica.
Si
Trump llegó para jugar a la guerra estamos perdidos ya bastantes grietas sufre
el planeta para que el hombre siga en su estúpida idea de destruirlo como lo
están haciendo los países que siguen haciendo experiencias nucleares pese a
los daños que producen y contra la
opinión de todos los hombres libres del mundo. Sentémonos en la tribuna y
veamos qué tipo de partido nos van a ofrecer estos nuevos prepotentes de la
guerra.
EL DIRECTOR