Hasta
el cierre de esta edición todos los argentinos estamos pendientes del destino
del ARA San Juan. Ese es el horror del que habla nuestro título de hoy y que
llena todas las almas de los buenos argentinos imaginando a 44 compatriotas
encerrados en un submarino en el fondo del mar, y ya no le deben quedar
lágrimas a los familiares de los 44 tripulantes de ese submarino argentino.
Nosotros
siempre tratamos aun en las peores tragedias sacar alguna conclusión algo que
difiera totalmente del dolor y la tristeza que nos embargan hoy a todos los
argentinos ¿y que encontramos? La solidaridad del mundo que envió a la
Argentina para ayudarnos a buscar a las 44 víctimas encerradas en un submarino
a la deriva nos produce una contrapartida sino feliz al menos con signos de
humanismo. Pocos podían imaginar antes de esta tragedia que naves, barcos,
submarinos y aviones de Inglaterra, de Rusia, de Estados Unidos, de Chile, de
Noruega y otros países del mundo pudieran venir y solidariamente todos juntos
ayudarnos a buscar lo imposible de encontrar.
Claro
que es muy poco para los familiares de las victimas pero tal vez sea demasiado
para nuestra experiencia que tiene amplios conocimientos de las guerras, de los
enfrentamientos y de las políticas encontradas y diferentes de todas estas
naciones que de cierta manera a muchos como nosotros nos llenaron de orgullo
argentino y humano que afloran como espinas en los diarios de todo el mundo
hablando de guerras, de enfrentamientos, de ridículas diferencias que jamás
tendrían que separar a un ser humano de otro por el solo hecho de haber nacido
en diferentes lugares de la Tierra y hoy estuvieron juntos en nuestro país
luchando por un ideal común y solidario. Tal vez sea poco. Pero nosotros fieles
a una forma de ser seguimos esperando, seguimos con fe y ahora le agregamos el
agradecimiento a esos países tan diferentes a nosotros que vinieron a
ayudarnos.
El Director.