sábado, 8 de septiembre de 2018

JAPÓN: UN PELIGRO DE POR VIDA



En la Argentina, hace 20 años no existía ningún japonés que tuviese una causa policial, un prontuario o una actitud sucia en Argentina. Los japoneses son una raza, una civilización de la que tienen que aprender todas las razas del mundo.
El japonés respeta a los ancianos y hasta que se mueren son los mandan en la familia, salvo que alguna enfermedad lo impida. Hace un par de días atrás, un terremoto volvió a poner en guardia a toda esa maravillosa isla llena de adelantos, de cultura, de genios y e gente aferrada al trabajo y a la decencia. Un terremoto debajo del agua, porque Japón está rodeado de océanos,  creó un pánico justificado. Viento de 500 km/h que son imaginables para nuestra imaginación y esa es la tormenta que está viviendo hoy. Se suma a la espera de un tsunami y todos rezamos en el mundo para que eso no les ocurra a los japoneses. ¿Alguna vez alguien dijo de darle los ferrocarriles para que los exploten los japoneses? Era una idea brillante. Pero Japón tiene un problema de por vida. Los científicos estudian la constitución de los polos, la distribución de las aguas, y la vigencia de un peligro que uno no sabe si se va a producir dentro de 5 años o de 50, pero que ocurrirá indefectiblemente. Japón está condenado a ser cubierto por agua en un futuro no precisado aun por los científicos. El deshielo de los polos está constantemente produciendo el crecimiento de los océanos y la desaparición de islas. Al margen de que Japón está rodeada de volcanes que pueden despertarse en cualquier momento. Algo parecido pasa en Napoli, Italia con un volcán que vive permanentemente amenazando a toda esa ciudad y donde hace muchos siglos, habia otra gran civilización que fue cubierta de lava (Pompeya) y que hoy están recuperando enormes y brillantes obras de artes que ya en aquel entonces miles de años atrás producía el hombre.
Acompañamos con preocupación, tanto a los italianos como a los japoneses, porque hemos tenido testimonios de gente que ha vivido las consecuencias de un volcán enojado, peligro  ante el cual no hay defensa alguna.
A veces son cosas que nosotros, los argentinos tendríamos que saber agradecer un poco mejor, los designios de Dios para los vecinos japoneses o napolitanos. En estos días todo el mundo tendría que estar rezando a su Dios que esto sea solo un acontecimiento pasajero y que la naturaleza no se enoje con gente tan buena como querida por todos.
EL DIRECTOR.