En la derrota de Macri en las últimas
elecciones entendíamos que iba a terminar con la odiosa, obesa, antiestética e
impresentable Lilita Carrió en el Congreso de la Nación y en todo circulo
directivo de la política Argentina.
Creíamos que eso que gritaba a
los cuatro vientos “nos sacarán muertos de la Quinta de Olivos” era la última
boludez, que una mujer suelta y sin atar, podía ser vista en el Congreso de la
Nación. Nadie la vota, nadie la quiere pero ella siempre cae parada en algún
partido que necesite alguien desvergonzado que diga mentiras por televisión o
por radio buscando réditos políticos, para cualquier partido que le dé cabida. No
nos extrañaría que haciendo una broma Alberto le ofrezca algún puesto en el
peronismo. Ella no le dejaría ni terminar la propuesta y aceptaría gustosa.
Como dicen los actores cuando alguien se muere: “el show debe continuar”.
Habia renunciado, con su voz a
los cuatro vientos luego de la derrota de Macri. Pero imaginamos que apenas
dijo que renunciaba habrá pensado “¿qué estoy diciendo boluda, yo renunciar?
Jamás”. Y salió a la calle a pedir micrófonos para seguir hablando al cuete
mintiendo, falseando, acusando y creando en el país una honda preocupación, que
gorda con semejante mentalidad pueda hacer un diputado más dentro de la Nación.
EL DIRECTOR.