Cuando todavía el país no termina
de entender que seres humanos, jóvenes, pudiesen actuar como bestias feroces en
el corazón de la selva y matar a patadas en la cabeza y en el cuerpo a otro
joven que compartía la asistencia a un boliche, que últimamente son cuevas de
droga, alcohol y degeneración de lo mejor que tiene nuestro país, su gente
joven.
Los presos eran diez. Diez fueron
detenidos. Pero ya dos fueron declarados como no participantes de la salvaje
agresión.
Argentina tiene que mostrar de
una buena vez que se está manejando con el cerebro, con una Constitución
Nacional y con sentimientos humanos. Que no tendrían que tener el mínimo
contacto con una salvajada inexplicable como la ocurrida en Villa Gesell. Un
hermoso balneario de la zona atlántica.