Mucha gente
está asustada y no sin razones, sobre este espeluznante, misterioso y
desconocido virus que azota a la humanidad entera. De punta a punta en todo el
globo terráqueo, es como si Dios hubiese desatado un castigo, aunque dicen que
Dios no castiga. Cosa que no compartimos.
La erupción
simultanea en todo el planeta de una
terrible y mortal enfermedad, nos hace pensar a muchos que si no estuvo la mano
de Dios, enojado por las blasfemias de los líderes, gobernantes, dirigentes y
responsables encargados del mundo de hoy. Es algo que metafóricamente se trata
de una bomba química hecha explotar disimuladamente en forma estratégica para
llegar a todo el mundo.
Que nadie
piense que Dios nos mandó un apocalipsis para culparnos de tantos errores
cometidos por el hombre.
Las
cuarentenas enviadas parecen tener un destino diferente a las buenas personas.
¿Acaso no estará Dios castigando la maldad del género humano descuidando y
maltratando este mundo que él nos ha dado?
Pensamos,
luego existimos, pero que no nos critiquen por ello. Esto es algo tan
misterioso y sorprendente que uno adivina otra mano diferente manejando esta
pandemia increíble y mundial que ha conmovido al mundo como si mil volcanes
juntos hubiesen despertado simultáneamente en Marzo para que de una buena vez
vuelva a ser la riqueza del mundo, el amor y vuelva a ser el desquicio de ese
mundo las ambiciones desequilibradas por el bienestar humano.
Hace 73 años un pibe de 9 años
jugando a la pelota en un patio de una casa de calle Ocampo 1356 en Cañada de
Gómez notó que de pronto se hacía de noche y se hizo de noche para terror de
los niños que estaban jugando en el patio de esa casa. Salieron los mayores
desesperados a ver qué ocurría en el patio y 8 personas mayores vieron que el
cielo se había puesto negro como si fuera de noche. Era una invasión de langostas, la última que
se vió en ese nivel que nos dejó sin trigo, sin maíz, en la miseria de la que
nos costó salir.
En ese
tiempo también existían grandes ricos comiéndose toda la riqueza de la tierra
como en estos últimos tiempos de Macri en el siglo XXI.
¿Le echamos
la culpa a un motivo parecido?, es difícil responder esta pregunta, por favor
sepan disculpar que siempre o casi siempre nuestros editoriales terminan igual.
Dios nos
ayude.
EL DIRECTOR