Nosotros no podemos tomar partido y menos contra un
gobierno que ha comenzado muy bien su tarea y su mandato hasta que esta maldita
epidemia que se convirtió en pandemia del coronavirus, obligó al flamante
presidente que mezclados entre las primeras buenas noticias que dio su mandato,
las malas noticias comenzaron a llegar y el gobierno no tuvo más remedio que
darlas. Y gracias a la premura del presidente Fernández, Argentina no fue un
Brasil ni un Estados Unidos, ni una Inglaterra, ni una España, ni una Italia…
La urgente y emergente medida del gobierno argentino
impidió que el maldito virus cayera con todo sobre un pueblo como el nuestro,
como si lo que estaba por venir era solo “una gripecita” como dijo el
presidente brasilero, Jair Bolsonaro que al final esa “gripecita” de la que
hablaba el fascista imbécil se produjo como una explosión en serie en las
favelas y los barrios pobres del Brasil dando lugar a una verdadera catástrofe
con miles de muertos y cientos de miles de enfermos, contagiados e infectados.
Igual Chile, igual Ecuador, igual Perú e igual que muchos otros países de
América y del Mundo que no tuvieron un presidente y un gobierno alerta y
preparados para lo que se venía.
La cuarentena y el aislamiento producen un terrible
sentimiento de abandono, miedo y soledad en el pueblo pobre (y el no pobre
también).
Se espera que la cuarentena y el aislamiento
terminen y el 8 de junio no sea la fecha de otro comienzo de algo que ya la
gente no soporta, tolera y aguanta más. La depresión, la angustia, la amargura,
la desesperación, el desempleo, la falta de trabajo, el hambre, entre otras
tantas cosas, todo es una olla con algo explosivo a punto de estallar.
Pero que nadie culpe a Fernández de exagerar con la
cuarentena.
EL
DIRECTOR