Luego del trágico y nefasto mandato presidencial de
Macri, Alberto entró pisando fuerte al lado de Kristina que aceptó
inteligentemente el segundo puesto de la fórmula presidencial con un mundo de
cosas por hacer que le estaban esperando después de asumir. Estaban por empezar
a hacer bien todo lo que había hecho mal el gobierno anterior y que no iba a
ser fácil desanudar y desandar las galletas que en cada lugar había que
desentrañar del gobierno de Macri. Y lo primero que hizo, gracias a Dios es terminar
con los créditos del F.M.I que sumían a la Argentina a 100 años de bochorno.
¿Cómo lo hizo? Para explicar eso no estamos preparados, capacitados ni en
condiciones, pero lo hizo.
Y cuando todos esperábamos grandes cosas y cambios
en la Argentina, una maldita pandemia le ata de pies y manos arruinando lo que
iba a ser un gran gobierno de unidad nacional para reconstruir, reparar,
enmendar, reconciliar y arreglar a este país luego del desastre y la destrucción
del Macrismo.
¡Vaya que hay que tener mala suerte, Alberto!
Igual tenemos que agradecerle a Dios que haya sido
Alberto el presidente y no su antecesor quién mandara desde la Casa Rosada a
este gran país, riquísimo pese a todos los salvajes oligarcas que se alimentan
de él.
EL
DIRECTOR