Con pronósticos reservados en todo el planeta sobre nuevos aumentos de coronavirus (COVID-19) afectando al mundo entero se hace muy difícil enhebrar palabras simpáticas, gentiles, contentas, alegres, felices y deseos que no son otra cosa que eso, deseos.
Ojalá que pronto pase esta pandemia, que se disminuya el índice de muertos que produce en todo el mundo y que en estas fechas tan caras al corazón cristiano renazca una vez más la fe, la alegría, el amor y todo lo que significaban para todos los seres humanos del mundo la navidad.
Se hace muy triste buscar palabras que levanten el ánimo a las personas y no encontrarlas. Después de 63 años es la primera vez que no nos animamos a decirle a la gente: “¡Felices Fiestas!”.
Porque las fiestas nacen en el corazón y lo que hoy tenemos en el corazón es solo temor, incertidumbre, tristeza, angustia, amargura, depresión y malos sentimientos, emociones y presentimientos.
Dicen que la fe mueve montañas, ojalá también sea capaz de mover virus que le han quitado la sonrisa a los seres humanos.
Le pedimos a la gente, que no pierda la fe.
Después de la tormenta viene la calma, dicen los navegantes y esperemos que esta tormenta que estamos pasando, pronto se vaya.
EL DIRECTOR